
12 frases de Divina providencia (Providence) de Valérie Tong Cuong... Un perro, un macarrón en mal estado, un suicidio fallido y la explosión de un edificio cambiará el destino de los personajes y los reunirá en un hospital... Una historia sobre la cobardía y los sueños.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Valérie Tong Cuong son: esperanza, responsabilidad, poder del amor, fortaleza, cobardía, explosión, racismo, coraje ante la adversidad, vida en un hospital, luchar por un sueño.
Frases de Valérie Tong Cuong Libros de Valérie Tong Cuong
Frases de Divina providencia Valérie Tong Cuong
01. Por un momento pensé en esas frases fantasmas, esas contestaciones feroces, esas miles de réplicas nunca dichas, sofocadas para siempre, invisibles, en esas garras desafiantes que jamás han salido de mi cuerpo.
02. De todos es sabido que un solo hecho, en un solo instante, puede cambiar el curso de una vida. Llámese Dios o dioses -en singular o plural, con minúscula o mayúscula-, azar o divina providencia, parece como si una mano invisible ordenara de forma caprichosa los acontecimientos para regir nuestro destino, y la conciencia de esta vulnerabilidad es el rasgo que nos hace más humanos.
03. No sé qué me turba más, si la aparición repentina de un fantasma del pasado o que ese fantasma se acuerde de mí con tanta exactitud, de mi nombre, mi apellido, mi cara. Me mira con atención, me observa.
04. Hace diez minutos te sentías solo en el mundo; ahora sabes que lo estás. Los parámetros acaban de cambiar.
05. Basta sentirse responsable de alguien para salir adelante.
06. Quizá el mundo está programado de una forma determinada y algo o alguien decide cambiarlo todo en el último minuto.
07. Lo más importante es el amor. El contestaba: lo más importante es la libertad, y la libertad sin dinero es un coche sin ruedas.
08. La felicidad favorece. Quería, me querían, la vida era sencilla, sobria, magnífica: él se encontraba a mi lado... todavía hoy soy incapaz de pronunciar su nombre.
09. ¿Cómo es posible tranquilizarse cuando uno se siente por fin vivo? Los malos recuerdos afluyen como si hubiera llegado la hora de extirparlos de mi memoria y afrontarlos; el miedo, mis miedos me abandonan, renuncian, abdican, me he vuelto invulnerable.
10. No vendas la piel del oso antes de haberlo matado. No estamos seguros de nada.
11. Entonces piensas en la huella, te preguntas: ¿Qué voy a dejar? ¿Qué quedará de mí, de mi ser, de mi alma? Presientes que, una vez reducido a cenizas y dispersado a los cuatro vientos, la memoria de los otros puede hacerte vivir, en el mejor de los casos, unos años suplementarios. No te resignas tan fácilmente a desaparecer de la faz de la tierra, así que intentas erigir tu pequeño monumento personal.
12. La ventaja de haber cumplido setenta y ocho años es que no tengo ninguna reunión que cancelar, ninguna firma de contrato que retrasar, ningún accionista al que tranquilizar. Y la ventaja de ser un viejo solterón es que tampoco hay muchas personas a quienes apenar, ni siquiera a quienes avisar.