Frases de Aurora Roja

Aurora Roja

13 frases de Aurora Roja de Pío Baroja... Manuel Alcázar se adentra en el mundo del anarquismo de la mano de su hermano Juan, presentando el movimiento obrero como una posibilidad de salvación para las masas.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Pío Baroja son: anarquismo, revolución, conciencia social, vivir dignamente, madrid, religiones, ateísmo, ficción histórica.

Frases de Pío Baroja

Frases de Aurora Roja Pío Baroja

01. Se encontraba (...) en un estado de impresionabilidad extraño; la cosa más insignificante le producía un arrebato de cariño o de odio.


02. (...) Los anarquistas padecen además la obsesión de la traición. En cualquier sitio donde se reúnan más de cinco anarquistas, hay siempre, según ellos, un confidente o un traidor.


03. Para el católico, el masón es un hombre terrible; desde el fondo de sus logias dirige toda la albañilería antirreligiosa, tiene un Papa rojo, y un arsenal de espadas, triángulos y demás zarandajas.


04. Ya que nuestra ley es la lucha, aceptémosla, pero no con tristeza, con alegría. La acción es todo, la vida, el placer. Convertir la vida estática en vida dinámica; éste es el problema. La lucha siempre, hasta el último momento, ¿Por qué? Por cualquier cosa.


05. Después de los Quijotes de la anarquía, de los filósofos nihilistas, de los sabios, de los sociólogos, de los anarquistas dinamiteros, venían los anarquistas editores, Sanchos Panzas del anarquismo, que vivían del dogma y explotaban a los compañeros con periodiquitos en donde se las echaban de importantes y de grandes moralistas.


06. Hay trabajos que parece que despiertan el pensamiento, y uno de ellos es empujar una carretilla. Al cabo de algún tiempo no se nota si uno lleva el carretón, o si es el carretón el que le lleva a uno. Así en la vida, muchas veces, no se sabe si es uno el que empuja los acontecimientos o si son los acontecimientos los que le arrastran a uno.


07. (...) Sería el barro negro de las Injurias y de las Cambroneras, que ahogaría a los ricos, la venganza justa contra las clases directoras, que hacían del Estado una policía para salvar sus intereses, obtenidos por el robo y la explotación, que hacían del Estado un medio de calmar a tiros el hambre de los desesperados.


08. Algunas casas, como los hombres, tienen fisonomía propia, y aquélla la tenía; su fachada era algo así como el rostro de un viejo alegre y remozado; los balcones con sus cortinillas blancas y sus macetas de geranios rojos y capuchinas verdes, debajo del alero torcido y prominente, parecían ojos vivarachos sombreados por el ala de un chambergo.


09. Yo no sé qué ilusiones os habíais hecho vosotros. Nada. Los terribles revolucionarios que iban a pedir cuenta al gobierno de los miles de hombres sacrificados en Cuba y Filipinas para sostener la monarquía, modelos de corrección y de sensatez, se han marchado de Madrid a derrochar su oratoria fanfarrona por los rincones de provincias. Nada. Esto es la sociedad española, este desfile de cosas muertas ante la indiferencia de un pueblo de eunucos.


10. ¿Y cuál es la anarquía que tú defiendes? -No; yo no defiendo ninguna. -Haces bien; la anarquía para todos no es nada. Para uno, sí; es la libertad. ¿Y sabes cómo se consigue hacerse libre? Primero, ganando dinero; luego, pensando. El montón, la masa, nunca será nada. Cuando haya una oligarquía de hombres selectos, en que cada uno sea una conciencia, entre ellos la libre elección, la simpatía, lo regirá todo. La Ley sólo quedará para la canalla que no se haya emancipado.


11. La humanidad lleva su marcha, que es la resultante de todas las fuerzas que actúan y que han actuado sobre ella. Modificar su trayectoria es una locura. No hay hombre, por grande que sea, que pueda hacerlo. Ahora sí, hay un medio de influir en la humanidad, y es influir en uno mismo, modificarse a sí mismo, crearse de nuevo. Para eso no se necesitan bombas, ni dinamita, ni pólvoras, ni decretos, ni nada. ¿Quieres destruirlo todo? Destrúyelo dentro de ti mismo. La sociedad no existe, el orden no existe, la autoridad no existe. Obedeces la ley al pie de la letra y te burlas de ella. ¿Quieres más nihilismo? El derecho de uno llega hasta donde llega la fuerza de su brazo. Después de esta poda, vives entre los hombres sin meterte con nadie.


12. Pero es muy desagradable -repuso Juan- eso de no poder ir a ningún lado sin que alguien trate de ofenderle a uno. En el fondo de esto -dijo después burlonamente- hay un espíritu provinciano. Recuerdo que en Londres, en uno de esos parques enormes que hay allá, por las tardes veía jugar a la raqueta a dos señores, uno gordo, bajito, con una gorrita en la cabeza, y el otro flaco, esquelético, con levita y sombrero de paja. Yo iba con un español y un inglés, y el español, como es natural, se las echaba de gracioso. Al ver aquel par de tipos, verdaderamente ridículos, que jugaban en medio de una porción de personas que les miraban muy serios, el español dijo: Esto no podría pasar en Madrid, porque se reirían de ellos y tendrían que dejar su juego.


13. Entre miles de anarquistas que habrá actualmente en el mundo, no llegarán a quinientos los que tengan una idea clara y completa de la doctrina. Los demás son anarquistas, como hace treinta años eran federales, como antes progresistas, y como en épocas pasadas, monárquicos fervientes. Podrá ser un sociólogo anarquista por un espejismo científico; pero el obrero lo será porque, actualmente, es el partido de los desesperados y de los hambrientos. El obrero se contagia con el sentimiento anarquista que hay en el ambiente; el sabio, no; toma la idea, la estudia como una máquina, ve sus tornillos, observa su funcionamiento, señala sus imperfecciones y luego va a otra cosa; el obrero, por el contrario, no tiene términos de comparación, se agarra a las ideas como a un clavo ardiendo; ve que el anarquismo es el coco de la burguesía, un partido execrado por los poderosos, y dice: ¡Ése es el mío!

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