11 frases de Ana y la casa de sus sueños (Anne's house of dreams) de Lucy Montgomery... Quinto libro de la serie, que relata los comienzos de su nueva vida como esposa de Gilbert Blythe, el amor de su vida. Ana dará a luz a su primera hija, Joyce, pero sucederá una tragedia.
Frases de Ana y la casa de sus sueños Lucy Montgomery
01. ¿Hay árboles alrededor de la casa? -A montones, ¡Oh, ninfa de los bosques! Hay un bosquecito de abetos detrás de la casa, dos hileras de álamos de Lombardía en el sendero de la entrada y un anillo de abedules blancos rodeando un jardín precioso. La puerta principal da al jardín pero hay otra entrada, una especie de portón pequeño, entre dos abetos. Las bisagras están sujetas a un tronco y el pasador a otro. Las ramas forman un arco encima de él. - ¡Ah, me alegro! No podría vivir en un lugar donde no hubiera árboles, algo en mí moriría de sed.
02. Me encanta oler flores en la oscuridad -dijo-. Es cuando puedes apoderarte de tu alma.
03. Cuando una gran pasión se apodera del alma, el resto de los sentimientos se apretujan en un costado.
04. Es espantoso no tener a nadie a quien amar, la vida se vuelve vacía, y no hay nada peor que el vacío...
05. Le salvé la vida y, cuando se salva la vida de alguien, es obligado quererlo.
06. Es la peor clase de crueldad, la de los que no piensan. Uno no puede contra ella.
07. Siempre hay cambios. Justo cuando las cosas están verdaderamente bien, cambian.
08. A los dioses, según dice una vieja superstición, no les gusta ver mortales demasiado felices. Lo que sí es seguro es que a algunos seres humanos no les gusta.
09. El capitán Jim era un anciano de alma elevada y mente sencilla, con una eterna juventud en los ojos y en el corazón.
10. Ahora entiendo por qué algunos hombres no pueden evitar embarcarse -dijo Anne-. Ese deseo que nos viene a todos en algún momento, "navegar más allá de los confines del ocaso", ha de ser muy fuerte cuando nace en alguien.
11. Nunca veo salir un barco del canal o volar una gaviota por encima del banco de arena sin desear estar a bordo del barco o tener alas, no como una paloma, "para irme volando y descansar", sino como una gaviota, para meterme en el corazón mismo de una tormenta.