Los clientes compran a la empresa que, desde su punto de vista, ofrece el valor más alto entregado al cliente.
Sólo hay una definición válida de un objetivo comercial: crear un cliente.
Un cliente es para mí una simple unidad, un factor en el problema.
El cliente: Dios hizo el mundo en seis días, y usted no es capaz de hacerme un pantalón en seis meses. El sastre: Pero señor, mire el mundo y mire su pantalón.
La función de la empresa es crear clientes.
Si el desempeño se queda corto ante las expectativas, el cliente queda insatisfecho. Si el desempeño coincide con las expectativas, el cliente queda satisfecho. Si el desempeño excede a las expectativas, el cliente queda muy satisfecho y encantado.
El buen trato hará un cliente nuevo.
Uno presenta un trabajo y te pueden dar las gracias y decirte que es muy bueno, pero hay un 80% de posibilidades de que el trabajo acabe en la basura. Prefiero una relación laboral mucho más directa con el cliente para generar espacios reales para necesidades reales.
Si hubiera preguntado a mis clientes qué necesitaban, hubieran dicho un caballo mejor.
La mejor manera de retener a los clientes es pensar todo el tiempo en cómo darles más por menos.
Ya no basta con satisfacer a los clientes; ahora hay que dejarlos encantados.
La clave para retener a clientes es la satisfacción de los clientes. Un cliente muy satisfecho se mantiene leal más tiempo, compra más, habla favorablemente acerca de la empresa y sus productos, presta menos atención a la competencia y es menos sensible al precio.