01. Crecí durante la Revolución Cultural. Mi padre era cirujano. Mi madre, médica. Pasé mi infancia deambulando por un hospital. Llegó a gustarme el olor a Lysol de los pasillos. Vi a menudo a mi padre caminar hacia mí cubierto de sangre (... ). Vivíamos en el complejo hospitalario, frente a la morgue. Crecí prácticamente rodeado de sollozos.
02. Ese verano faltó poco para que me echara novia. Conocí a una joven preciosa, de las que enamoran. Aún hoy su carita morena resplandece ante mis ojos. Cuando la vi, estaba sentada en la hierba, a la orilla del río, con el pantalón remangado, agitando una vara de bambú mientras cuidaba de unos patos rollizos.
03. Un soldado comunista no mucho mayor que Chunsheng me apuntó con el cañón negrísimo de su fusil. El corazón me dio un vuelco. Pensé que esta vez iba a morir de verdad. Pero no disparó. Me estaba ordenando algo. Cuando oí que me decía que saliera, el corazón se puso a palpitarme con fuerza: volvía a tener alguna esperanza de vida.
04. Al principio estaba muy exaltado, y todas esas cosas las dije de corazón. Sólo me importaba lo feliz y a gusto que me sentía a su lado, sin pensar ni un momento en el futuro. Pero luego, cuando vinieron sus tres hermanos mayores, fuertes como toros, me llevé un susto tremendo y me pareció que tenía que poner pies en polvorosa si no quería verme obligado a tomarla por esposa.
05. Tras la Revolución Cultural la gente había acumulado la necesidad de expresarse, pero en cambio, visité la Universidad de Pekín pocos meses después de la matanza en Tiananmen y los estudiantes habían cambiado completamente. Se volvieron apáticos políticamente y empezaron a preocuparse sólo por el dinero. China decidió renunciar a la apertura política y se centró en la económica, y creo que ahora se dan cuenta de que no se puede caminar con una sola pata, pero el gobierno no se atreve a cambiar.