01. Pocos pueden cerrar todavía los ojos ante el contraste entre los éxitos extraordinarios de un orden social y económico que se apoya en las fuerzas reguladoras y estimulantes del mercado y de la libre empresa, por un lado, y, por el otro, los resultados de una redistribución constante del ingreso y la riqueza en aras de la igualdad. Es un contraste que a la larga se hace intolerable. Una u otro tendrá que ceder: la sociedad libre o el moderno Estado Benefactor.
02. (...) Otra característica común del Estado Benefactor y de la inflación crónica es que ambos fenómenos demuestran, en forma clara y aterradora, de qué manera ciertas fuerzas políticas socavan los cimientos de una economía y una sociedad libres y productivas. Ambos son el resultado de opiniones masivas, reclamaciones masivas, emociones masivas y pasiones masivas, y a ambos los dirigen esas fuerzas en contra de la propiedad, la ley, la diferenciación social, la tradición, la continuidad y el interés común.
03. Tan de temer es que la exageración de los derechos de la sociedad degenere en colectivismo como que las demasías de los derechos individuales desemboquen en el límite extremo del anarquismo. La propiedad privada degenera en plutocracia, la autoridad en esclavitud y opresión, la democracia en capricho y demagogia. Cualesquiera que sean las orientaciones o corrientes políticas que quieran ponerse como ejemplo, todas ellas se cavan su propia tumba si se consideran a sí mismas como valores absolutos y no respetan sus propios límites
04. Lo curioso es que este hinchado Estado Benefactor nuestro es en realidad un anacronismo. La asistencia pública organizada en beneficio de los económicamente débiles tuvo origen e importancia en un período determinado de la historia económica y social, el período entre la sociedad preindustrial y la sociedad industrial avanzada de hoy, cuando el antiguo patrón social se deshizo y el individuo, privado de su apoyo, se convirtió en desvalido proletario. (...) La paradoja está en que hoy en día el moderno Estado Benefactor lleva al exceso el sistema de ayuda masiva organizada por el Estado precisamente en un momento en que los países económicamente avanzados han salido en gran medida de aquel período de transición y en que, por tanto, las potencialidades de autoayuda voluntaria, por parte del individuo o del grupo, están muy acentuadas.
05. La distorsión de todas las relaciones de precios, la coexistencia de mercados "oficiales" y "negros" y el antagonismo entre quienes operan en el mercado y el Estado, que lucha desesperadamente por conservar su autoridad, conducen al final a una situación caótica, en la que falta prácticamente toda clase de orden, ya sea el propio de la economía social de mercado, ya sea el de tipo colectivista.
06. (...) Si hemos de tomar en serio el respeto por la persona humana, debemos medir el progreso por el grado en que se puede pretender que las grandes masas del pueblo se mantengan con sus propios recursos y bajo su propia responsabilidad, mediante el ahorro y el seguro, y las múltiples formas de ayuda voluntaria de grupo.
07. Estas son las cuestiones que surgen en primer término. Pero son también aquellas a las que busca respuesta un solo hombre -el autor- (...) y cuya respuesta no puede ser sino subjetiva, aunque esté fundamentada en argumentaciones irrefutables y experiencias generales. Así, pues, no se trata sólo de un culto a la sinceridad, sino también a la oportunidad, comenzar por uno mismo, intentando determinar con la mayor exactitud su propia postura político-social y económica.
08. En ausencia de una cantidad suficiente de personas auténticamente necesitadas, es preciso inventarlas, de modo que la nivelación de la riqueza hacia abajo, hasta un promedio normal que satisface las injusticias sociales, se pueda justificar con frases moralizantes. El lenguaje del antiguo gobierno paternal sigue en uso, lo mismo que sus categorías, pero todo ello se está convirtiendo en una pantalla que oculta la nueva cruzada en contra de todo lo que ose exceder el promedio, ya sea en ingresos, riqueza o desempeño.
09. La inflación alemana de los años 1920-1923 quedará siempre en la memoria del mundo para ejemplo de cómo un continuado aumento del dinero le permite al Gobierno tapar momentáneamente el hueco abierto en las finanzas públicas. Pero también de cómo tan despreocupada y alevosa cobertura de los gastos públicos tiene como consecuencia un aumento de precios sin precedentes, un exasperante empobrecimiento de la mayoría con el desvergonzado enriquecimiento de la minoría más opulenta y, por último, de la peligrosa desintegración de la economía y de la sociedad.
10. En la relación entre cantidad de dinero y cantidad de bienes que por él se cambia está el principal motivo determinante del valor o poder adquisitivo del dinero (teoría cuantitativa o de la escasez del dinero). Si se producen esas graves enfermedades del dinero que calificamos en inflación y deflación, que se caracterizan por agudos y repentinos cambios en el poder adquisitivo del dinero, tendremos que buscar sus causas en un gran aumento o en una gran disminución de la cantidad de dinero, a la cual tendremos que agregar siempre el dinero bancario (contracción o expansión del crédito).
11. Si un país subdesarrollado no obtiene acceso a la fuente de los mercados extranjeros de capital debido a sus propias políticas nacionalistas y socialistas, entonces debe buscar un suministro de capital político. El dinero que no fluye libremente hay que bombearlo con conferencias diplomáticas, propaganda y amenazas abiertas o disfrazadas, aun bajo pena de que el flujo pueda evaporarse o desaparecer en el calor de las mismas pasiones que ya secaron la fuente original.
12. (...) Pero cuanto más aumenta la inflación, tanto más se acentúa la presión, que se trata de compensar mediante la economía coercitiva. Y tanto más amplia y desconsiderada ha de ser también la economía coercitiva para poder detener la creciente presión de la inflación, siendo lícito que nos preguntemos si es posible semejante economía coercitiva sin la esclavitud del totalitarismo de que el Tercer Reich dio tan pavoroso ejemplo.