Frases de Wenceslao Fernandez Florez

01. Una palabra rara es en una página como un adoquín levantado en una calle.

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02. Para la muerte y para el amor, para las miserias que creemos grandezas, la Naturaleza tiene el mismo gesto dulce, la misma mirada candorosa de Volvoreta, la misma misteriosa tranquilidad.

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03. Los pájaros volvieron. Ningún árbol tornó a pensar en convertirse en sillas y en trincheros. La fraga recuperó de golpe su alma ingenua, en la que toda la ciencia consiste en saber que de cuanto se puede ver, hacer o pensar sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es esto: vivir.

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04. Cuando los hombres buscan la diversidad viajan.

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05. Un día llegan unos hombres al bosque y plantan un poste de telégrafos. Los árboles acogen con sorpresa la llegada del nuevo invitado, pues lo consideran uno más entre ellos. Se sienten deslumbrados por su aspecto: consideran que los hilos telegráficos son sus ramas interminables; frutos los aisladores de cristal, tronco esbelto y liso, el poste fruto de carpintería. Estos árboles son seres bondadosos e inocentes, a los que les gusta abrigar nidos de pájaros entre sus ramas, cantar melodías que imitan el fragor del mar contra las rocas, la marcha de un tren de vapor o el murmullo del viento, e invitan al poste telegráfico a realizar este tipo de cosas para que se sienta como uno más de ellos.

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06. ¡Extraño mundo éste del toreo! Como la muerte lo preside, a veces horripila y a veces emana de él una aleccionadora trascendencia. Nunca se podrá encontrar en el fútbol un tema de honda meditación. En el toreo, sí.

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Wenceslao Fernandez Florez

Wenceslao Fernandez Florez
  • 11 de febrero de 1885
  • La Coruña, España
  • 29 de abril de 1964
  • Madrid, España

Narrador, periodista y humorista español.

Sobre Wenceslao Fernandez Florez

A los quince años quedo huérfano de hermano, por lo que tuvo que dejar de estudiar y trabajar como periodista, trabajando en diversos diarios y posteriormente dirigiendo el periódico "El noroeste" de La Coruña.

En 1907 se trasladó a Madrid para trabajar como empleado en la Dirección General de Aduanas, pero abandonó ese cargo por uno en "El Imparcial" y poco después en "ABC", donde empezó a publicar una serie de crónicas parlamentarias que le hicieron muy famoso.

Obtuvo el premio del Círculo de Bellas Artes y más adelante, en 1926, el Premio Nacional de Literatura.

Al estallar la Guerra Civil Española (1939-1939), Fernandez Florez fue inmediatamente objeto de amenazas de muerte acusado de no haberse mostrado partidario del Gobierno del Frente Popular.

Encuentra refugio en la Embajada de la República Argentina y a invitación del Gobierno de Holanda, pasó a refugiarse en la Embajada de este país, quién mediante tensas negociaciones, logra que salga de España en 1937.

En 1945 ingresó en la Real Academia Española.

La obra de Wenceslao Fernandez Florez transmite un mensaje de escepticismo hacia un mundo que cambia sólo superficialmente y descuida valores espirituales y morales permanentes.

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