01. Mientras el poder, superficialmente fuerte e irresistible, es en realidad estéril, el amor, aunque auto negación, es siempre creativo, pues es la raíz de la existencia. El amor no necesita de ningún agente externo y todopoderoso para manifestarse. Amor es vida y vida es amor.
02. El Zen, en su esencia, es el arte de ver dentro de la naturaleza del propio ser, y señala el camino de la esclavitud hacia la libertad. Al hacernos beber directamente en la fuente de la vida, nos libera de todos los yugos que los seres finitos sufrimos comúnmente en este mundo.
03. Un exacerbado individualismo es el caldo de cultivo en el que el sentimiento de poder es engendrado y alimentado; por este motivo, es egocéntrico, en el sentido de que se afirma a sí mismo de forma arrogante y a menudo violenta cuando poniéndose en acción trata de sojuzgar a los otros.
04. El poder es siempre arrogante, dogmático y exclusivista, mientras que el amor es humilde y omnicomprensivo. El poder representa la destrucción, incluso la autodestrucción, del todo contraria a la creatividad del amor. El amor muere y vive de nuevo, mientras que el poder mata y es matado.
05. Vivir según el zen significa seguir siendo uno mismo, estar completo en uno mismo y, por lo tanto, trabajarse a sí mismo; significa dar lo que se tiene y no intentar nunca ser lo que no se es. Con el zen, cada mañana es una mañana excelente y cada día es un buen día sin importar si llueve o no.
06. El Budismo enseña la liberación y no la aniquilación; aboga por la disciplina espiritual y no por el torpor o vacío mental. En el curso corriente y personal de la vida debe haber cierto alejamiento, debe haber cierta apertura de una nueva perspectiva en la noción personal si se desea ser verdadero seguidor del Buda.
07. El amor confía, es siempre afirmativo y omniabarcante. El amor es vida y, por tanto, creación. Todo lo que toca es vivificado y potenciado por un nuevo impulso de crecimiento. Cuando se ama a un animal, éste crece más inteligente; cuando se ama a una planta se conocen todas sus necesidades. El amor nunca es ciego; es una reserva de luz infinita.
08. El amor es afirmación, una afirmación creativa; nunca es destructivo ni aniquilador, pues, a diferencia del poder, todo lo abraza y todo lo perdona. El amor penetra su objeto y se hace uno con él, mientras que el poder, siendo característicamente dualista y discriminador, aplasta cualquier objeto que se alce contra él o bien lo conquista y lo esclaviza bajo su yugo.
09. La moral siempre está asociada al a idea del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, de la virtud y del pecado, y no puede superar esa disyuntiva porque, si lo hiciera, ya no sería ella misma; es su propia naturaleza la que no puede ser libre e independiente. El zen, sin embargo, no está asociado a tales ideas; es libre como el pájaro que vuela, como el pez que nada, como los capullos que florecen.
10. Si en algo nos sentimos insatisfechos con esta vida, si en nuestro modo corriente de vivir hay algo que nos priva de libertad en su sentido más santificado, debemos esforzarnos por hallar, en alguna parte, un método que nos dé un sentido de finalidad y contento. El Zen nos propone que hagamos esto y nos asegura la adquisición de un punto de vista nuevo, en el que la vida asume un aspecto más fresco, más hondo y más satisfactorio.
11. Muchas cosas magníficas se han realizado en este y en el pasado siglo de cara al progreso del bienestar humano. Pero, curiosamente, parece haberse olvidado que nuestro bienestar depende básicamente de nuestra sabiduría y actitud espirituales. Es debido exclusivamente al no reconocimiento pleno de este hecho, el que podamos ver cómo el mundo actual se encuentra inmerso en un ambiente putrefacto de odio y violencia, de miedo y falsedad.
12. El error de la mayoría de los críticos de cualquier religión existente, con larga historia de desarrollo, consiste en concebirla como un sistema completo que ha de aceptarse como tal, mientras el hecho es que cuanto sea orgánico y espiritual -y así consideramos a la religión- carece de perfiles geométricos que puedan trazarse sobre el papel con regla y compás. La religión rehúsa ser definida objetivamente, pues esto sería establecer un límite para el crecimiento de su espíritu.