Frases de Seweryna Szmaglewska - Página 2

01. Aparte de los prisioneros mayores de edad cada cierto tiempo deportan a los bebés nacidos en el campo. Los separan de las madres poco después de nacer, les tatúan un número en el muslo y los trasladan a los barracones del hospital, donde se quedan hasta que forman un grupo numeroso. Entonces, bajo el cuidado de varias enfermeras y unas SS, se les transporta a un campo para niños, al parecer en los alrededores de Lodz. Sus padres ya no los encontrarán.

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02. El día se va abriendo. Los objetos se distinguen ahora con nitidez, la niebla ha desaparecido dejando en su lugar la imagen de praderas extensas. El resplandor rosado de la aurora tiñe con un delicado ribete la figura inerte de la mujer apoyada sobre la alambrada. Su brazo derecho se quedó levantado, enganchado en esa postura, apuntando hacia el cielo en un gesto de súplica o juramento. La cabeza, inclinada hacia atrás, muestra un rostro juvenil lívido de la parálisis producida por la electricidad.

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03. Los judíos que durante la selección son enviados a la derecha van directamente a la muerte. Mientras la mano de un SS borracho dicta la sentencia, se abren las ventilaciones y las puertas de las cámaras de gas de par en par para que entre aire fresco. Están preparando el lugar para los siguientes. Dentro de muy poco esos nuevos seleccionados entrarán en las cámaras de gas. No tendrán que esperar mucho para que se cumpla su destino; como mucho unas cuantas horas, mientras se llevan de las cámaras a sus predecesores.

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04. Las cámaras de gas trabajan mucho más deprisa que los hornos de los crematorios. A pesar de que están encendidos día y noche, de que llegan continuamente camiones cargados de briqueta y leña, a pesar de las fosas provisionales que se excavan en el bosque, donde se queman muchos cuerpos a la vez, los hornos no consiguen ir al mismo ritmo que la gasificación. Así que cerca del crematorio se apilan montones de cuerpos hinchados, cuerpos que se hinchan aún más con el paso del tiempo y que se van incinerando, a medida que es posible hacerlo.

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05. Los diagnósticos son contradictorios. No se sabe si es meningitis o viruela, y algunas doctoras afirman que es una variedad de peste. La enfermedad dura poco, sus síntomas son la lividez del cuerpo, los labios oscuros, a menudo el vientre hinchado y grandes manchas en el cuerpo. La muerte sobreviene veinticuatro horas después de la aparición de estos síntomas. El hospital nunca ha estado tan lleno como ahora. Se compone de una decena de barracones, y en cada cama hay tres o cuatro enfermas. El infortunio tiene muchas caras y no para de acecharnos por todos los lados.

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06. Cuando el cuerpo se ha secado hasta adoptar formas infantiles, cuando las manos y las piernas son como palos, cuando la boca se llena de la sequía que produce el tifus, cuando cada bocado de comida desencadena un nuevo brote de disentería, cuando el mero olor de la sopa del campo de concentración le provoca náuseas, cuando no recibe ninguna ayuda, ni protección ni medicinas, ¿De dónde nace, en qué rincón del organismo aumenta y florece la mágica voluntad de vivir, tan fuerte que puede vencer incluso la Muerte en todas sus formas? ¿De dónde sale esa fuerza de voluntad inquebrantable que te impulsa a la supervivencia?

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07. En el bloque 10 se hacen experimentos médicos con jóvenes prisioneras judías. Todas las pacientes, varios centenares en total, tienen derecho a decidir si prefieren una inyección o una operación de ginecología. La inyección consiste en un virus que produce una enfermedad, tras la cual la mayoría de las mujeres muere rápidamente bajo observación médica. La operación consiste en cortar trozos de útero, en extirparles los ovarios y cosas parecidas. Hay prisioneras que consiguen sobrevivir a estas operaciones y que incluso se encuentran bien después, pero la mayoría mueren al cabo de un tiempo y entonces los SS van por un nuevo contingente de conejillos de Indias.

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08. De vez en cuando una selección limpia el campo de quienes se han quedado sin fuerzas, de quienes por un momento se han detenido en su lucha contra las difíciles condiciones de vida. Y ésta es la forma más eficaz de aniquilar a miles de personas. La muerte natural causada por enfermedad. Nadie ha tenido que fusilarlas, nadie les ha inyectado nada, no han tenido que contagiarles el tifus porque los piojos lo propagan de forma más eficaz que cualquier método artificial. Los piojos, que es imposible erradicar por falta de agua y de una muda de ropa interior, pueblan las mantas y los cuerpos, y noche y día nos inoculan el tifus a las prisioneras. Así es Auschwitz Birkenau en pocas palabras.

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09. El acto de quitar la ropa al prisionero, de afeitarle su cabeza tiene un efecto simbólico importante. Te quedas desnudo y sin escudo. Tienes que crear una actitud nueva frente a la realidad edificándola sobre tu rectitud interior. Hay almas que como el fruto del castaño se mantienen firmes aunque pierdan la cáscara. Hay otras que se deshacen como amebas en el caos moral y general del campo de concentración y se amoldan a las presiones exteriores. Hay atavismos e instintos que llevan años dormidos en tu interior, que nunca se han apagado del todo y que sería mejor que no se despertaran en toda tu vida. Sin embargo, la existencia anormal de un campo de concentración nazi espolea estos instintos y los hace cobrar voz.

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10. En invierno un comandante nuevo que se apellida Krause se hace cargo del campo. Su cara, como la de un retrato alemán antiguo, tiene rasgos típicamente germanos. Se detiene delante de un grupo de prisioneras y le pregunta a Perschel, que lo acompaña, cómo se explica que algunas prisioneras tengan números muy bajos. ¿Quiere decir esto que estas prisioneras llevan en Oswiecim un año, dos o incluso más? - Jawohl, Herr Kommandant. Así es, mi comandante. Krause está indignado. Clava su mirada en los ojos enfermizos de Perschel y declara que un prisionero de campo de concentración no debería vivir más de seis semanas. Si no está muerto en ese tiempo, eso significa que ha aprendido a hacer chanchullos y por eso hay que exterminarlo.

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11. Auschwitz - Birkenau se ha convertido en una selva en la que resulta fácil perder el rumbo. Nadie es capaz de predecir cómo se comportará hoy ante un acontecimiento y cómo lo hará mañana. Tampoco puede decir nadie cómo reaccionará su vecino de la izquierda, y cómo el de la derecha, independientemente de su nacionalidad y raza. Aquí caen los caparazones de los principios, los moldes de las buenas conductas que a veces en una vida normal pueden ayudar a un hombre, a un don nadie, a atravesar muchas situaciones de manera ejemplar sin que se dé cuenta de que es un cero a la izquierda. Aquí, en algún momento de tu estancia en el campo de concentración, quizá en tu primer día, cuando te quiten tu ropa y te corten el pelo, desaparecerán todas esas protecciones.

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12. En los rostros de los SS hay siempre una risa silenciosa, muda, que a mKramer en Bergen Belsenenudo no va acompañada de gestos de la cara, una risa que se percibe sólo en el movimiento de los párpados. A veces, un grito que nace en el interior del vientre también puede ser una carcajada. Los SS no han parado de reír desde que empezaron las gasificaciones en masa, desde que se pasan el día entero borrachos y como narcotizados. (...) Cuando tiran los cuerpos al fuego se alegran al ver que se mueven, que se contorsionan y serpentean entre las llamas. Entonces el SS estalla en una risotada estruendosa, dispara una salva al aire o al fuego, se monta de un salto en su moto y, conduciendo como un loco, se acerca a alguno de los campos para seguir entreteniéndose.

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Seweryna Szmaglewska

Seweryna Szmaglewska
  • 11 de febrero de 1916
  • Przyglów, Lodz, Polonia
  • 7 de julio de 1992
  • Varsovia, Mazovia, Polonia

Escritora, novelista y cuentista polaca, autora de la primera obra testimonial de un superviviente de un campo de exterminio nazi -"Una mujer en Birkenau" (1945)-, además de las obras "Pan y esperanza" (1958), "Pies negros" (1960), "Un lugar vacío en la mesa" (1963) y "Dos personas tristes" (1986).

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