01. El desarrollo tecnológico, controlado por un reducido número de grupos privados, ha llevado al Estado capitalista al cenit de su potencia; pero, al mismo tiempo, a un punto álgido de la crisis de ese tipo de Estado.
02. El desarrollo de la tecnología pone en crisis el principio mismo de la empresa privada, pues sólo unas cuantas gigantes están en condiciones de disponer de las inmensas sumas de capital necesarias para utilizar dicha tecnología.
03. Hasta ahora el arma nuclear ha jugado un papel de disuasión. Pero cada vez es más claro que si, como decía Clausewitz, la guerra es la continuación de la política por otros medios, el enfrentamiento nuclear no es ninguna política...
04. Las relaciones socialistas de producción que no se asientan sobre una base suficiente de desarrollo de las fuerzas productivas pueden tener aspectos formales, entendiendo éstos en el sentido que muchas veces damos a las libertades en la sociedad burguesa.
05. Las relaciones de producción nos dicen el carácter de una sociedad, de un régimen social: Pero más allá de las relaciones de producción formales, la última verdad sobre su contenido reside también en el desarrollo concreto de los medios de producción, de las fuerzas productivas.
06. Yo no soy patriota. Este vocablo que hace más de un siglo significaba la revolución y libertad ha venido a corromperse y hoy manoseado por la peor gente incluye la acepción, más relajada de los intereses políticos y expresa la intransigencia, la intolerancia y la cerrazón mental.
07. Mientras no elaboremos una concepción sólida sobre la posibilidad de democratizar el aparato de Estado capitalista, transformándole así en una herramienta válida para construir una sociedad socialista, sin necesidad de destruirle radicalmente, por la fuerza, o bien se nos acusará de tacticismo, o bien se nos identificará con la socialdemocracia.
08. Incluso en nuestras filas puede haber quienes piensen que estamos bordeando, si no penetrando en el campo de la revisión del marxismo, poniendo en peligro nuestra concepción revolucionaria marxista. Y, al contrario, es probable que haya también camaradas que piensen que, en efecto, nuestra orientación es una especie de maquiavelismo para alzarnos, en un momento dado, con el santo y la limosna, encontrando esta actitud como lo más natural del mundo.
09. El Estado no está por encima de las clases, no es un árbitro entre ellas, como pretende una ideología que se remonta, en unas u otras versiones, por lo menos hasta Hegel y que el fascismo ha llevado al extremo límite. Sin transformar el aparato del Estado, toda transformación socialista es precaria y reversible, no ya por un resultado electoral, ante el que sería lógico y natural inclinarse, sino por un golpe de fuerza de los mismos encargados de defender teóricamente la legalidad.