01. Si uno no teme, es libre. Las obediencias que han creado los estados y las iglesias proceden del temor. En cierto modo, el budismo mahayana fue una cultura sin temor a la muerte, una cultura de la libertad, que dice que cuando uno está liberado brota espontáneamente la solidaridad, la compasión, karuna. El budismo es la liberación de cada cual, no hay iglesia, no se deja institucionalizar: las iglesias sólo sirven para gentes religiosamente débiles. Creo que por todo esto el budismo tiene tanto éxito hoy en día en el mundo occidental.
02. El agnosticismo es un buen preámbulo para la verdadera experiencia religiosa, o estética, o trascendente. El que tiene sus creencias muy definidas en dogmas queda inutilizado para la religión. Toda persona que tiene una experiencia estética profunda, o erótica (que no es frecuente porque el amor completo es muy poco frecuente), se da cuenta de que ya hay algo trascendente. Que luego a eso no quieran darle la etiqueta de religioso, pues que no se la den: esto forma parte de la estafa de la iglesia, de su pretendido monopolio sobre lo trascendente. La gente irá comprendiendo que la palabra agnosticismo sólo tiene que ver con el no creer en las enseñanzas de la iglesia.
03. Yo soy muy feminista. El tantrismo recupera el cuerpo y la mujer ha sido asociada con el cuerpo. Hasta las virtudes de la virgen maría son todas corporales: virgen, incorrupta, fecundada por la luz. Mitos patriarcales. Para cualquier religión monoteísta y espiritualista, dios es espíritu en contraposición a la materia. El tantrismo no es espiritualista y por eso es un aliado natural del feminismo y de la recuperación, porque el macho injustamente se apropió de la razón dejando a la mujer como ser irracional, oscuro, meramente material. Estamos en la era de la recuperación del cuerpo, de la mujer, de la materia: de la superación de la dualidad.