01. Sentí el roce de su mente en la mía como un suave reguero que me resbalara por la frente. Me mantuve firme. Ganó fuerza, calor, luz, pero me negué a ser atraído hacia ella. Sentí que Galeno irrumpía en mi cabeza, me observaba con severidad y gracias a las técnicas de concentración que nos había inculcado conseguí mantenerme firme, expectante, consciente del júbilo de la Habilidad, pero sin sucumbir a él. En tres veces me empapó aquella calidez y en tres ocasiones me mantuve firme. Luego se retiró. Me dedicó un brusco asentimiento, aunque no vi aprobación en sus ojos, sino una sombra de miedo. Aquel primer toque fue como la chispa que prende por fin en el leño. Aprehendí su significado. Todavía no podía hacerlo, no podía proyectar mis pensamientos lejos de mí, pero había adquirido un conocimiento que no se podía expresar con palabras. Iba a dominar la Habilidad. Aquella certeza fortaleció mi determinación.
02. Pero incluso los lobos, animales que son, atacan en manada. Igual que cazan ballenas los peces arpón. Si estos animales pueden agruparse para procurarse su sustento, ¿Por qué no los forjados?
03. La historia entera es una gran rueda que gira de forma inexorable. Igual que las estaciones llegan y se van, igual que la luna sigue su ciclo sin fin, lo mismo hace el tiempo. Se libran las mismas batallas, se abaten las mismas plagas, las mismas personas, buenas o malvadas, alcanzan el poder. La humanidad está atrapada en esa rueda, condenada a repetir una y otra ver los mismos errores.