01. El artista desempeña una función muy precisa en este mundo: clarificar las cosas.
02. ¿Qué debemos tratar de reencontrar en la historia? Al hombre, y al hombre más humilde.
03. El arte es subjetivo, se vuelve objetividad cuando sus destinatarios, después, se dejan envolver por él.
04. La búsqueda de la humildad es lo más importante, especialmente si quieres edificar una ética, si quieres alcanzar una cierta moral.
05. Lo más humano que existe es el saber, no hay cosa más humana, y nosotros ya no sabemos nada. Creo que éste es un hecho fundamental en nuestra vida.
06. ¿Para qué sirve el arte? ¿Crees que el sueños de un hombre puede ser levantarse a la mañana para ser un artista? El sueño del hombre debe ser justamente ser hombre.
07. Estos son los hechos; si uno los comprende, si toma conciencia de ellos, por fuerza surgen emociones artísticas eficaces y capaces de sensibilizar a la gente sobre estos grandes problemas.
08. El lenguajes y el estilo neorrealistas son el resultado de una actitud moral, de una observación crítica que nos ha dado deliberadamente como objeto lo obvio, y nos ha hecho olvidar, y aún combatir la forma y su mito.
09. Vivimos instalados en la queja porque nos hemos olvidado de todo lo que existió antes. Para reorganizarlo todo, hay que reordenar también la historia. Incluso en La edad del hierro la historia desempeña un papel importante.
10. Con el neorrealismo nos "vimos" desde fuera, de modo despejado, casi con descuido, castigando con ese descuido todas nuestras ambiciones creativas. Así le fue devuelta su autenticidad a las cosas, llegando a una función del cine que ya no era personal, egoísta, sino social.
11. Educar es una palabra que puede ser bellísima y también puede ser horrible. Etimológicamente educare procede de "ducere", es decir, de "conducir": agarras a alguien por el cuello y lo llevas a donde te parezca. Muchos de nuestros textos de historia están hechos de esta manera.
12. Hay que tener el valor de admitir que, desde hace cien años, el arte ha consistido casi exclusivamente en una serie de lamentos. La consideración de un artista ha dependido de la intensidad de sus quejas, a las que luego se calificaba de denuncias, cuando lo cierto es que no son más que lamentaciones.