01. Por cierto que la información de un terrorista no es prueba suficiente, pero tampoco debe dejársela de lado. Especialmente cuando se refiere a un maestro en el arte de asesinar, conocido como un experto en engaños, un individuo que admitió un hecho que corrobora de manera tan asombrosa algo referente a un momento determinado de una crisis nacional, que nunca ha sido investigado. Sin duda, esto debe ser tomado en serio.
02. -Ahora, calla -susurró ella quitando la sábana y acercándose a él-. Hagamos el amor; yo también tengo mis necesidades. Pasaron tres días y tres noches, llenos del calor de su bienestar, de la excitación de su descubrimiento. Vivían con la intensidad de dos personas conscientes de que se produciría un cambio. Y cuando llegara, sería rápido; de modo que había cosas de las que hablar, que no podían evitarse por más tiempo.
03. (...) A ti. Tengo que repetirlo otra vez con calma y de un modo lógico. Ofreciste tu vida por la mía antes de conocerme; esa decisión no la tomaría el hombre que me describiste. Si ese hombre existió, ya no existe. -Los ojos de Marie eran suplicantes, pero aún dominaba su voz-. Tú lo dijiste, Jason. Lo que un hombre no puede recordar, no existe. Para él. Quizás ése sea el problema que debes abordar. ¿Puedes dejarlo?
04. Lo detesto. Representa a todo lo que odio en Washington. Las escuelas selectas, las casas de Georgetown, las granjas de Virginia, las reservadas reuniones en sus clubes. Tienen su pequeño mundo cerrado, que es inaccesible. Lo gobiernan todo. ¡Los bastardos! La superior y engreída gente tradicional de Washington. Usan la inteligencia y el trabajo de los demás, y los disfrazan con decisiones que llevan su sello particular. Y si uno viene de afuera, pasa a integrar una entidad amorfa: "El magnífico equipo de funcionarios".
05. Los hombres y las mujeres caminaban con aire despreocupado como lo hacían los del piso principal, deteniéndose de vez en cuando a hablar unos con otros, intercambiando bromas, o fragmentos de información sin importancia. Chismes.