01. El año pasado le regalé a tu mujer un juego de sábanas bordadas con los nombres de tu padre y mío. Le gustaban mucho y cada vez que venía por casa, me insistía para que se las diese: Hace un mes me dijo de pasada que se las dejó en un baúl del trastero del chalet, que se han enmohecido y echado a perder. Te parecerá una tontería, pero me pasé la tarde llorando. Miraba las fotos de tu padre y mías, y lloraba. Así toda la tarde, ante el cajón del aparador en el que guardo las fotografías. "La buena letra" (1992)
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02. ¿Y si juntáramos un poco de dinero y yo te llevase a París? ¿Te gustaría? Yo me echaba a reír y le decía que para qué París, si estábamos bien en casa... Entonces él encendía la luz de la habitación, se levantaba, buscaba la cajetilla de tabaco, prendía un cigarrillo y se ponía a fumar sentado en el borde de la cama. "¿Te das cuenta? ", me decía, "los pobres seguimos siendo pobres aunque nos hagamos con dinero. Tienes razón, Ana, ¿Qué coño íbamos a hacer tú y yo en París, si no sabemos ni dónde tenemos la mano derecha? ". "La buena letra" (1992)
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03. Si estuviera cómodo no escribiría. Me dedicaría a follar o a pescar. Hay escritores gozosos, que me dan mucha envidia. Pero yo creo que toda mi literatura sale de la grieta que hay entre el relato dominante y el relato personal que no se ajusta, entre las aspiraciones que te pide las sociedad (qué quieres ser de mayor) y tus imposibilidades o tu falta de ganas. Y ahí en esa grieta es donde sale la literatura, o al menos en mi caso. Yo sé que hay gente que es feliz escribiendo, que goza. Yo a veces me río con alguna maldad que escribo, pero en general lo paso mal, porque no me sale, porque a veces es un coñazo.