01. (...) Y gracias a él pude seguir viviendo y hasta bendecir la existencia, porque pude comprender que la bondad de uno es mucho más fuerte que la maldad de mil, porque el mal se acaba cuando muere el malo, pero el bien se transmite a otros espíritus y permanece aun después de la muerte del bueno.
02. Vivíamos la época siniestra de la esclavitud y la miseria que marcó el final de la ocupación turca. Aunque se sabe que las regiones protegidas por las montañas eran las menos tocadas por la expoliación, sólo escapaba al veilic, al foete a los impuestos onerosos el hombre que podía escapar a sus semejantes, ganaba la montaña y vivía en compañía de los osos.
03. El pavor que me causaba su solo contacto y me helaba la sangre en los primeros días, se esfumó. Empezaba ya a sentir vagos deseos...Un débil despertar se iniciaba, y sentía un hormigueo que subía por mis venas y recorría todo mi cuerpo, estremeciéndome y haciéndome enrojecer cuando ella me acariciaba, acunándome entre sus brazos, o cuando me declaraba, apasionadamente, su amor.
04. Han dicho perversión, violencia, vicio...Y creen aplastarme bajo la vergüenza que encierran esas palabras. Sin embargo, dije y repito que soy un hombre sin honor, y entiendo por eso hacer el mal conscientemente. Pero de aquí a la perversidad, a la violencia o al vicio... ¡Ah, mi buen Mijail! Esto se hace y lo vemos todos los días a nuestro alrededor sin que nos rebelemos. Esto ha entrado ya en nuestras costumbres; se ha convertido en una regla de nuestra vida, y yo soy sólo uno más de quienes llevan esta manera de vivir.
05. Has oído hablar quizá de su crueldad, sus fechorías. Nosotras dependemos de él, como todos los habitantes: él puede dejarnos vivir o puede matarnos a su guisa. Y la muchacha que atrae su atención no puede escapar de él. Tiene que escoger entre su deshonra y la ruina de su familia. Yo tengo la desgracia de agradar a este bruto hace dos años. Desde entonces no hay reposo. He rehusado defenderme hasta el presente. Pero el peligro está por encima de mis fuerzas, porque este hombre no tiene corazón ni vergüenza. Es nuestro amo.
06. Era un perro de espíritu selecto. Aunque hambriento, siempre comía con delicadeza y parecía humillarlo tener que recoger su alimento del suelo. Mascaba lentamente y jamás roía los huesos. (...) Busqué un nombre que correspondiera a su dignidad e independencia y lo bauticé con el de Lobo. Luego, hice prodigios de prudencia para su amistad. Como cada uno vive su vida, sufre sus heridas y obra según su propia filosofía, respeté su reserva para conmigo. A fin de probarle que le había comprendido, no volví a echarle la comida al suelo, sino envuelta en un papel.