Frases de Muriel Barbery
- 2000. Rapsodia gourmet
- 2006. La elegancia del erizo
- 2015. La vida de los elfos
01. No hay un origen, hay cruces múltiples.
02. Buena parte de las monstruosidades de la historia se explican por la incapacidad de ver hasta qué punto el movimiento de la naturaleza y el del espíritu humano son solidarios.
03. Desde siempre me ha chocado el poder de la ficción, curativo e incluso destructor...Cómo esa imagen interminable de la ficción permite entender el mundo.
04. Lo fantástico de la literatura es su diversidad.
05. La historia humana está atravesada por esas dos líneas, constantes: el deseo del arte, presente desde las cuevas prehistóricas, y la increíble violencia de la especie, sus pulsiones destructivas.
Volver al índice de frases de Muriel Barbery
Rapsodia gourmet (2000)

01. Voy a morir, pero no tiene importancia. Rapsodia gourmet
02. Se tiene muy poca idea de lo que es el deseo, el deseo verdadero, cuando nos hipnotiza, cuando se apodera de nuestra alma entera, engatusándola por completo, ¡Hasta el punto de convertirlo a uno en un demente, un poseso, dispuesto a todo por una migaja, por un poquito de nada de lo que allí se cuece, ante nuestra nariz subyugada por un aroma diabólico! Rapsodia gourmet
03. He capturado la eternidad en la columna vertebral de mis palabras, y mañana moriré. Rapsodia gourmet
04. Sé que todos están tristes porque nadie quiere a quien debería y como debería y porque no entienden que sobre todo es consigo mismos con quien están enfadados. Rapsodia gourmet
05. A menudo, en materia de vinos, los franceses son de un formalismo rayano en el ridículo. Rapsodia gourmet
06. Los cocineros japoneses que conozco sólo se han convertido en maestros en el arte del pescado crudo tras largos años de aprendizaje, en los que la cartografía de la materia, poco a poco, se desvela en medio de la evidencia. Rapsodia gourmet
07. ¿Qué hay en la confrontación entre el que abdica y el que conquista: filiación o renuncia? Abismos del misterio... Rapsodia gourmet
08. Ya nadie tenía hambre, pero eso es precisamente lo bueno con los dulces: sólo se pueden apreciar en toda su sutileza cuando no se comen para saciar el hambre, y esa orgía de dulzura azucarada no colma una necesidad primaria sino que envuelve el paladar con la benevolencia del mundo. Rapsodia gourmet
09. Como decía mi abuela, un hombre que se tira pedos en la cama es un hombre al que le gusta la vida. Rapsodia gourmet
10. Lo crudo. ¡Cuán vano es creer que se resume en devorar sin más un producto no preparado! Labrar el pescado crudo es como labrar la piedra. Rapsodia gourmet
Volver al índice de frases de Muriel Barbery
La elegancia del erizo (2006)

01. ¡El deseo! Nos empuja y nos crucifica. La elegancia del erizo
02. (...) Cuando deviene ritual, constituye la esencia de la aptitud para ver la grandeza en las cosas pequeñas. ¿Dónde se encuentra la belleza? ¿En las grandes cosas que, como las demás, están condenadas a morir, o bien en las pequeñas que, sin pretensiones, saben engastar en el instante una gema de infinitud? La elegancia del erizo
03. El arte es la emoción sin el deseo. La elegancia del erizo
04. Cuánto mejor sería si compartiéramos unos con otros nuestra inseguridad, si todos juntos nos adentráramos en nosotros mismos para decirnos que las judías verdes y la vitamina C, si bien alimentan al animal que somos, no salvan la vida ni sustentan el alma. La elegancia del erizo
05. ¿Sabes que mis pensamientos más bellos los he tenido contigo? La elegancia del erizo
06. La quietud que sentimos cuando estamos solos, esa certeza de nosotros mismos en la serenidad de la soledad no son nada comparadas con este dejarse llevar, este dejarse llegar y dejarse hablar que se vive con otro, en cómplice compañía... La elegancia del erizo
07. Todas las familias felices se parecen; las familias desdichadas lo son cada una a su manera. La elegancia del erizo
08. El ritual del té, esta repetición precisa de los mismos gestos y de la misma degustación, este acceso a sensaciones sencillas, auténticas y refinadas, esta licencia otorgada a cada uno, sin mucho esfuerzo, para convertirse en un aristócrata del gusto, porque el té es la bebida de los ricos como lo es de los pobres, el ritual del té, pues, tiene la extraordinaria virtud de introducir en el absurdo de nuestras vidas una brecha de armonía serena. La elegancia del erizo
09. Pero cuando alguien a quien se quiere muere...Es como un castillo de fuegos artificiales que se apagara de golpe y todo quedara negro. La elegancia del erizo
10. ¿Qué distracción hay más noble, qué compañía más distraída, qué contemplación más deliciosa que la de la literatura? La elegancia del erizo
Volver al índice de frases de Muriel Barbery
La vida de los elfos (2015)

01. Las grandes decisiones se toman en la invisibilidad de los humildes. La vida de los elfos
02. ¿Saben qué es un sueño? No es una quimera engendrada por nuestro deseo, sino otra vía por la que absorbemos la sustancia del mundo y accedemos a la misma verdad que desvelan las brumas, acallando lo visible y desvelando lo invisible. La vida de los elfos
03. ¿Qué es curar, en el fondo, sino hacer la paz? ¿Y por qué vivir sino para amar? La vida de los elfos
04. Al conversar velaba por que sus palabras no rompieran el equilibrio de las emociones, sino que abrazaran amorosamente sus contornos. La vida de los elfos
05. No existe coraje sin dilema ni carácter que no esté forjado por las elecciones más aún que por las victorias. La vida de los elfos
06. Las guerras tienen lugar en campos de batalla, pero se deciden en aposentos de gobernadores, que son hombres expertos en el manejo de ficciones. La vida de los elfos
07. Ah, la impotencia...La de los animales humanos es infinita, al igual que su valentía en las horas finales en que todo se malogra. La vida de los elfos
08. La verdadera fe, como se sabe, se preocupa poco por las capillas, cree en la confabulación de los misterios y arranca de su sincretismo cándido las tentaciones demasiado sectarias. La vida de los elfos
09. El amor no salva, eleva y crece, nos trae lo que ilumina y lo esculpe en madera de bosque. Anida en el hueco de días de nada, de las tareas ingratas, de las horas inútiles, no se desliza en balsas de oro por ríos relumbrantes, ni canta ni brilla y nunca proclama nada. Pero por la noche, una vez barrida la sala, cubiertas las brasas y dormidos los niños, por la noche entre las sábanas, en las miradas lentas sin moverse ni hablar, por la noche, en fin, en la lasitud de nuestras vidas de poco y las trivialidades de nuestras existencias de nada, los dos nos convertimos en el pozo del que bebe el otro y nos amamos el uno al otro y aprendemos a amarnos a nosotros mismos. La vida de los elfos
10. Los peores males siempre han venido de las escisiones y de los muros. La vida de los elfos