01. Primero, encuentre una solución para reproducir el sonido de los pulmones y recrear el sabor de los labios de esa mujer. Elvis lo necesitará para localizarla. Luego, y eso será lo más importante, rellene a Elvis de poesía. Escríbale lo que siente y por qué necesita encontrarla. Recíteselo; cuando la encuentre, ¡Lo repetirá!
02. ¿Sabes? Cuando estaba enamorado, no paraba de inventar cosas. Una montaña entera de artificios, ilusiones, y trucos, para divertir a mi novia. Creo que al final se hartó de mis historias fantásticas. Incluso pensé en crear un viaje a la luna solo por ella, pero lo que debería haberle regalado es un viaje real por la tierra.
03. No nos miramos de verdad. No nos tocamos de verdad, apenas nos dijimos nada. Sus ojos demasiado grandes en la piel de porcelana, y esa manera extraña de pedir perdón por sonreír. Sus labios, que revoloteaban como un copo de nieve perdido en una playa estival, y yo, que trataba de cazarlo con mi nevera demasiado grande. Un cataclismo disfrazado de beso en miniatura. Más poderoso que un ejército de rayos. El beso más pequeño nunca visto. Impacto de luz y luego ya nada.
04. Soy yo quien ha desaparecido por el efecto de tu beso, y creo que te debo una explicación... Me llamo Sobralia; es el nombre de una orquídea que no solo florece una vez. De las que se pasan la mayor parte de la vida siendo un capullo. Mi padre le había regalado una a mi madre cuando pasaron unos días en la ladera del volcán Arenal, en Costa Rica. Al día siguiente sus pétalos habían desaparecido, y nueve meses más tarde nací yo. Era la broma preferida de mi padre para explicar mi enfermiza timidez en las comidas familiares. Lo cierto es que siempre me molestó. Desde que soy muy pequeña, tengo la sensación de que la gente no me ve. En las tiendas, incluso cuando estoy la primera, siempre me atienden la última.
05. Nos amamos con mucha intensidad, y la pasión aumenta con los días. Apenas hablamos pero nos emocionamos a cada instante. Mi cuerpo está mejor que nunca, me encuentro lleno de fuerza y energía. Mi corazón se escapa de su cubierta-prisión. Vuela por las arterias, instalándose bajo mi cráneo para convertirse en cerebro. ¡En cada músculo y hasta la punta de los deseos, el corazón! Sol feroz por todas partes. Enfermedad rosa de reflejos rojos. Ya no puedo estar sin su presencia; el olor de su piel, el sonido de su voz, sus pequeñas maneras de representar a la muchacha más fuerte y a la más frágil del mundo. Su manía de no ponerse las gafas para ver el mundo tras el cristal ahumado de su visión lastimada; su forma de protegerse. Ver sin ver de verdad y, sobre todo, sin hacerse notar.