Frases de Mario Levrero - Página 9

01. Ese disgusto tiene que ver según he podido percibir, con el hecho de llevar ya demasiado tiempo

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02. El temor ante la muerte me vuelve de tanto en tanto, sobre todo cuando lo estoy pasando bien.

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03. Espero que ahora al escribirla, quede definitivamente desalojado el casillero de mis preocupaciones.

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04. Sus palabras habían sido si no convincentes, el menos dignas de atención.

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05. Allí señalo un pequeño comercio, allí trabajé yo en un tiempo.

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06. Mis nuevos recuerdos eran demasiados precisos, demasiados fieles, y en demasiada cantidad.

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07. Mientras uno duerme, las cosas siguen su curso, y uno se vuelve viejo.

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08. (...) Sin embargo el descanso es algo que se me niega sistemáticamente.

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09. Mi comportamiento es el de quien regresa después de mucho tiempo.

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10. La mediocridad es uno de los méritos más celebrados.

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11. El vacío nunca me asustó demasiado; en ocasiones hasta llegó a ser un refugio.

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12. La única libertad verdadera, lo sé de sobra, es aquella que se conquista.

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Mario Levrero

Mario Levrero
  • 23 de enero de 1940
  • Peñarol, Montevideo, Uruguay
  • 30 de agosto de 2004
  • Montevideo, Uruguay

Escritor, novelista, fotógrafo, editor y guionista de cómics uruguayo, autor de "París" (1979), "Todo el tiempo" (1982), "El discurso vacío" (1996), "El alma de Gardel" (1996) y "La novela luminosa" (2005).

Sobre Mario Levrero

Mario Levrero nace en Montevideo, hijo único de Mario Varlotta y Nilda Levrero, familia uruguaya de ascendencia italiana y francesa.

Entre los tres y los ocho años de edad (1943-1948) se ve obligado a guardar reposo debido al padecimiento de un soplo cardíaco.

Estudió en la escuela Haití número 8, en el barrio de Peñarol y luego en el liceo Rodó.

Entre 1959 y 1969 junto a un socio y amigo inauguró un negocio de venta de libros usados, mostrando gran habilidad para dirigirlo.

Comenzó a publicar a fines de la década de 1960, siendo las novelas "La ciudad" (1970), "París" (1979), "El lugar" (1982), "El alma de Gardel" (1996), "El discurso vacío" (1996) y su obra póstuma "La novela luminosa" (2005) las más recordadas.

Mario Levrero también publicó varios libros de relatos, entre ellos "La máquina de pensar en Gladys" (1970), textos de difícil clasificación como "Caza de conejos" (1986) e hizo incursiones en la historieta o cómic, fruto de la colaboración con el dibujante Edgardo "Lizán" Lizasoain, junto a quien creó "Santo varón" (1986) y "Los profesionales" (1987).

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