Frases de Mario Levrero - Página 3

01. Nunca nadie me dejaba contarla hasta el final; me interrumpían hablando de otras cosas, y eso me excitaba y me daba rabia. También me daba rabia hacia mí mismo, por no poder sintetizar la historia, ir a la esencia de lo que quería contar.

+ Frases de Rabia


02. Cuando uno sabe que ha de abandonar un lugar para no volver, es imposible seguir viviendo en él cómodamente, por así decirlo uno no está allí donde está, sino que vive proyectándose, cada vez con mayor fuerza, hacia el nuevo lugar donde va a vivir.

+ Frases de Vivienda


03. No soy capaz de imaginarme el día de la mudanza, el levantarme de esta cama en mi casa, para acostarme esa noche en esta misma cama, en otra casa; en el medio hay un esfuerzo, una complicación, un trabajo que me parece no poder enfrentar.

+ Frases de Mudanza


04. Esa es la clave. Recuperar el contacto con el ser íntimo, con el ser que participa de algún modo secreto de la chispa divina que recorre infatigablemente el Universo y lo anima, lo sostiene, le presta realidad bajo su aspecto de cáscara vacía.

+ Frases de Contacto


05. Me da bastante envidia un escritor como W. Somerset Maugham, de quien estoy leyendo en estos días "El filo de la navaja". Es capaz de narrar con todo detalle historias que oyó, incluso de imaginar esos detalles, inventarlos, a partir de un relato bosquejado por algún amigo.

+ Frases de Relato


06. Muchas veces yo he dicho y escrito: "si yo quisiera transmitir un mensaje ideológico, escribiría un panfleto", con estas o con otras palabras. Pero eso no quiere decir que en mi literatura no se expongan ideas, y que no valga la pena mencionar esas ideas.

+ Frases de Ideología


07. Me propuse tratar de ponerme yo mismo esos límites que una parte de mí estaba reclamando; de prestar atención a mis reclamos en lo que mis reclamos tienen de razonable y de justo, pero combatir enérgicamente la escalada hacia ese nebuloso infinito. Límites. Duros. Precisos. Pero necesarios.

+ Frases de Límites


08. Ya tengo pruebas de que una vez que consigo entregarme a esos aburrimientos espantosos, la buena actividad surge por sí sola, como un reclamo natural del cuerpo, como una consecuencia natural y lógica. Vale la pena llegar al aburrimiento, tocar fondo en el aburrimiento, porque de ahí nacen los impulsos correctos.

+ Frases de Aburrimiento


09. Me parece absurdo poseer a una mujer sin haber intimado antes, compartido antes algo de nuestros mundos para que el sexo no sea puesto en evidencia en toda su miseria, es decir, me parece absurdo no hacer propiamente el amor...

+ Frases de Hacer el amor


10. Un par de alas se abren paso, automáticamente, a través del saco que acaban de romper. Mi caída es frenada como por un paracaídas enorme y compruebo con asombro que estoy volando, que incluso gano altura.

+ Frases de Alas


11. Y siento, también, la necesidad urgente de volver a hacer un viaje en ferrocarril. No sé hacia dónde. Pero es evidente que me he equivocado al venir a París. Ahora que no hay nada que me ate a ningún sitio.

+ Frases de Ferrocarril


12. Siento como si la comprensión fuera un objeto real y vivo, con personalidad propia, que se burla de mí se escabullía, se escondía y de pronto asoma y me hace señas desde un rincón.

+ Frases de Comprensión

Mario Levrero

Mario Levrero
  • 23 de enero de 1940
  • Peñarol, Montevideo, Uruguay
  • 30 de agosto de 2004
  • Montevideo, Uruguay

Escritor, novelista, fotógrafo, editor y guionista de cómics uruguayo, autor de "París" (1979), "Todo el tiempo" (1982), "El discurso vacío" (1996), "El alma de Gardel" (1996) y "La novela luminosa" (2005).

Sobre Mario Levrero

Mario Levrero nace en Montevideo, hijo único de Mario Varlotta y Nilda Levrero, familia uruguaya de ascendencia italiana y francesa.

Entre los tres y los ocho años de edad (1943-1948) se ve obligado a guardar reposo debido al padecimiento de un soplo cardíaco.

Estudió en la escuela Haití número 8, en el barrio de Peñarol y luego en el liceo Rodó.

Entre 1959 y 1969 junto a un socio y amigo inauguró un negocio de venta de libros usados, mostrando gran habilidad para dirigirlo.

Comenzó a publicar a fines de la década de 1960, siendo las novelas "La ciudad" (1970), "París" (1979), "El lugar" (1982), "El alma de Gardel" (1996), "El discurso vacío" (1996) y su obra póstuma "La novela luminosa" (2005) las más recordadas.

Mario Levrero también publicó varios libros de relatos, entre ellos "La máquina de pensar en Gladys" (1970), textos de difícil clasificación como "Caza de conejos" (1986) e hizo incursiones en la historieta o cómic, fruto de la colaboración con el dibujante Edgardo "Lizán" Lizasoain, junto a quien creó "Santo varón" (1986) y "Los profesionales" (1987).

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