01. La máxima virtud de un príncipe es conocer a los suyos.
02. El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos.
03. Es sincero el dolor del que llora en secreto.
04. Cuando todos gritan, Névolo, sólo entonces hablas y te crees un defensor y un abogado. De esta forma cualquiera es elocuente. Mira, ahora están todos callados. Névolo, di tu algo.
05. Si la gloria viene después de la muerte, no tengo prisa.
06. Lesbia jura que nadie se ha acostado gratis con ella. Y dice la verdad. Pues cuando va a la cama, siempre paga.
07. El que cree que Acerra huele al vino del día anterior, se equivoca: Alcerra bebe siempre hasta el amanecer.
08. Que las obras que han de sobrevivirte empiecen también a vivir por ti: tarde les llega la gloria a las cenizas.
09. A los antiguos poetas, Vacerra, tan sólo admiras y no alabas a otros sino a los muertos. Perdona, Vacerra, te lo ruego: no merece la pena que yo muera, para gustarte.
10. Póntico, ¿por qué crucificas a tu siervo, después de haberle cortado la lengua? ¿No sabes tú que el pueblo dice lo que él se calla?
11. Si recuerdo bien, tenías, Elia, cuatro dientes: una primera tos te echo fuera dos, y otra, otros dos. Ya puedes toser tranquila durante días enteros: una tercera tos no tiene nada que hacer ahí.
12. Ni temas ni desees la muerte.