01. Todo el que hace algo por cálculo astrológico, disponiendo sus tareas o desplazamientos en las horas recomendadas por los escrutadores del cielo, merece azotes (... ). Todas estas prácticas son mentiras y falsedades (... ). Quien crea en estas y parecidas cosas (...) no es sino un necio y carente de entendimiento.
02. La amistad es más frecuente e intensa entre padres e hijos y parientes. Sólo suele hallarse la verdadera fraternidad, el perfecto amor, la mutua ayuda, entre los miembros de una familia, sobre todo cuando descienden de un mismo padre o, al menos, de algún lejano antecesor. Por eso uno de los fines de la ley es robustecer los vínculos familiares.
03. Las faltas y pecados del hombre débense a la substancia del cuerpo y no a su forma; en cambio, todas las perfecciones se deben exclusivamente a la forma. Así el conocimiento de Dios, la concepción de las ideas, el dominio de pasiones y deseos, la facultad de distinguir lo que debe preferirse y lo que debe rechazarse, todo eso, el hombre lo debe a su forma o Idea.
04. ¿Qué hay de común entre nuestro conocimiento y el de Dios, como no sea que los nombramos con un mismo vocablo? Los Profetas lo han expresado paladinamente: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así mis pensamientos y mis caminos son más altos que los vuestros".
05. El ave, en su vuelo, se hace a veces visible, y se retira a veces de nuestra vista; aproxímese ahora, y aléjase luego, circunstancias que pueden ser exactamente referidas a la idea de los ángeles, como se explicará más adelante. Esta perfección imaginaria del vuelo no ha sido nunca atribuida a Dios por ser exclusiva propiedad de los brutos. Pero el vuelo, a que tan frecuentemente se alude en la Biblia, necesita, según lo que enseña nuestra imaginación, que haya alas. Por eso se pone alas a los ángeles, como símbolo expresivo de su existencia, no como nota de su esencia verdadera.
06. (...) Esto dicen también nuestros Sabios, según los cuales, el sentido más profundo es como perlas, y la interpretación literal de una figura, como piedra sin valor. Comparan ellos el sentido oculto, que está envuelto en el literal de un símil, a la perla perdida en una cámara oscura y llena de muebles. Ciertamente la perla está en la cámara, pero el hombre no acierta a distinguirla ni sabe dónde hallarla. Es como si no poseyera la perla, pues que de poco le vale, hasta que se haga luz. Y así, Salomón enseña, "como manzanas de oro en filigrana de plata, con pequeños resquicios, así es la palabra propiamente dicha". Advierte cuán bellamente se describen en esta imagen las condiciones que adornan a una buena semblanza.
07. Has de saber que cuando una persona ha logrado cierto nivel de perfección y desea comunicarlo a otros, de palabra o por escrito, no acierta a ser tan explícito y sistemático como lo sería si se tratase de una ciencia cuyo método es bien conocido. Tropieza en su afán de instruir a los demás con las mismas dificultades que hubo de vencer para indagar en el asunto; tan pronto la explicación parece luminosa, tan pronto oscura; y esta propiedad del tema parece que priva lo mismo cuando se trata del principiante que del sabio adelantado. Tal es la razón de que los grandes teólogos sólo den instrucción relativa a estos asuntos por medio de metáforas y alegorías. Si hubiéramos de enseñar estas disciplinas sin valernos de parábolas y figuras, nos veríamos obligados a recurrir a expresiones que, siendo a un tiempo profundas y transcendentales, no serían en cambio más claras e inteligibles que los símiles y las metáforas.