Frases de Jorge Semprún - Página 2

01. Pero el sol de diciembre era engañoso. No calentaba en absoluto. Ni las manos ni la cara ni el corazón. El frío glacial se agarraba a las tripas, cortaba el aliento. El alma se resentía, quedaba dolorida.

+ Frases de Aliento


02. Lo que más pesa en tu vida son algunos seres que has conocido. Los libros, la música, es distinto. Por enriquecedores que sean, no son nunca más que medios de llegar a los seres.

+ Frases de Ser humano


03. Sin un mínimo de presión física no se obtiene nunca nada. Algunas hostias bien dadas, en el momento oportuno, hacen ganar semanas en el conocimiento de las tramas subversivas.

+ Frases de Presión


04. Yo viviría con su nombre, el moriría con el mío. En resumidas cuentas, él me iba a dar su muerte para que yo pudiese seguir viviendo. Intercambiaríamos nuestros nombres, lo cual no es poco. Con mi nombre él se convertirá en humo; con el suyo yo sobreviviré, si es posible.

+ Frases de Sobrevivir


05. Se ahogaba; forcejeó, recordó, en un relámpago cegador la bañera de la Gestapo, se esforzó por permanecer tranquilo, inerte, como entonces, pensó, en el fuego de su memoria, que en aquella ocasión lo hacía para sobrevivir, para conservar sus fuerzas, mientras que hoy lo hacía para morir...Supo que se ahogaba en el río de Patinir...

+ Frases de Gestapo


06. La guerra, nuestra guerra: su juventud. Todos habían luchado en aquella contienda dieciocho años antes. Pero no todos en el mismo bando. Ahora bien, ni los unos ni los otros parecían tan convencidos hoy de sus razones, o de sus ideales sinrazones, como sin duda lo estuvieron en 1936: lo bastante convencidos, antaño, como para haberse jugado la vida.

+ Frases de Ideales


07. El campo es hermoso, alrededor, pero está vacío, es una sucesión de campos verdes y fértiles, donde no se ve a nadie trabajando, donde no aparece ninguna figura humana. Quizá no es el momento de trabajar la tierra, no sé, yo soy un hombre de ciudad. O será que el campo es siempre así, al día siguiente de la invasión.

+ Frases de Invasión


08. (...) Pero esta muerte, en realidad, estamos aceptándola para nosotros mismos, si llegara el caso, la estamos escogiendo para nosotros mismos. Estamos muriendo la muerte de este compañero, y por tanto la negamos, la anulamos, hacemos de la muerte de este compañero el sentido mismo de nuestra vida. Un proyecto de vivir perfectamente válido, el único válido en este preciso momento. Pero los de las SS son unos pobres diablos y nunca entienden estas cosas.

+ Frases de SS


09. La mayoría de estos muertos, las decenas de millares de muertos políticos, resistentes de todos los países de Europa, guerrilleros de todos los bosques y todas las montañas, no murieron víctimas de palizas, ejecuciones sumarias o torturas; la mayoría murieron de extenuación, de la imposibilidad súbita de superar una creciente fatiga de vivir, muertos de abatimiento, a causa de la lenta destrucción de todas sus reservas de energía y de esperanza.

+ Frases de Guerrillero


10. En todas mis novelas –me refiero a las novelas de verdad, las que relatan las verosímiles mentiras de una ficción– siempre hay alguna referencia a un cuadro: la Vista de Delft de Vermeer en La segunda muerte de Ramón Mercader; este cuadro de Patinir que nos ocupa hoy en La montaña blanca....En suma, siempre hay una referencia explícita a algún cuadro, por razones muy personales. Es, primero, una clave cultural que me interesa utilizar. Es, en segundo lugar, un homenaje a la pintura. A los pintores. No hay cosa más instructiva, más emocionante, que ver trabajar a un pintor...

+ Frases de Cuadro


11. Sin duda, y te pido perdón de antemano, a veces olvidaré. No podré vivir siempre en esta memoria: sabes muy bien que es una memoria mortífera. Pero volveré a este recuerdo como se vuelve a la vida. Paradójicamente, al menos a primera vista, a simple vista, volveré a este recuerdo de un modo deliberado en los momentos en que tenga que afirmarme, replantearme el mundo y a mí mismo dentro del mundo, volver a empezar, renovar las ganas de vivir agotadas por la opaca insignificancia de la vida. Volveré a este recuerdo de la casa de los muertos, para volver a encontrarle gusto a la vida.

+ Frases de Volver a empezar


12. Intento pensar que se trata de un instante único, que tenazmente hemos sobrevivido para este instante único en el que podríamos mirar el campo desde fuera. Pero no lo consigo. No consigo captar lo que hay de único en este instante único. Me digo a mi mismo: "Mira, es un instante único, montones de compañeros que han muerto soñaban con este instante en el que podríamos mirar el campo desde fuera, como ahora, cuando ya no estuviéramos dentro sino fuera", me digo todo esto, pero no me apasiona. Probablemente no tendré dotes para captar los instantes únicos en su pura transparencia, en sí mismos. Veo el campo, oigo el susurro silencioso de la primavera, y todo esto me da ganas de reír, de echar a correr por los senderos hacia la espesura de los bosques de un verde frágil, como siempre me ocurre en el campo en primavera.

+ Frases de Razones para vivir

Influencias

Autores relacionados

Dolores Ibarruri Elie Wiesel Primo Levi

Jorge Semprún


Escritor, novelista, guionista y político español, autor de "El largo viaje" (1963), "La montaña blanca" (1986), "Viviré con su nombre, morirá con el mío" (2001), "Veinte años y un día" (2003).

Sobre Jorge Semprún

Jorge Semprún nació en el seno de una familia de tradición política, de padre José María Semprún y Gurrea, intelectual republicano, profesor y jurista.

En 1939 se trasladó junto a su familia a París (Francia), donde en 1941 cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Sorbona (Universidad de París).

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ocupada Francia por la Alemania nazi, Jorge Semprún combatió en la Resistencia francesa.

En 1942 se afilió al Partido Comunista de España (PCE) y un año después fue detenido, torturado y posteriormente deportado al campo de concentración de Buchenwald (cerca de la ciudad de Weimar).

Tras la liberación, fijó su residencia en París y trabajó para la UNESCO (1945-1952) y luego en el PCE.

En 1963 publica "El largo viaje" (Le grand voyage), obra por la que recibe el Premio Formentor.

En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por divergencias con respecto a la línea oficial y se dedicó a la literatura a tiempo completo.

En 1988 retornó a la política cuando fue nombrado Ministro de Cultura en el Gobierno socialista de Felipe González, desempeñándose como ministro hasta 1991.

Entre las numerosas obras publicadas, destacan "La montaña blanca" (1986), "La escritura o la vida" (1994), "Adiós, luz de verano" (1998), "Viviré con su nombre, morirá con el mío" (2001) y "Veinte años y un día" (2003).

Jorge Semprún recibió el "Premio Femina" (1969), el "Premio Jerusalén por la Libertad del Individuo en la Sociedad" (1997) y la "Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes" (2008).

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