01. Desde niño era aficionado al dibujo y no a escribir. En la escuela y en la universidad me gustaba hacer monitos, dibujos. Si pudiera decir que tengo una vocación más honda, más arraigada, más antigua, diría que es la gráfica.
02. Escribir es para mí divertir a los demás con mis secretos más dolorosos enmascarados detrás de una mueca burlona.
03. Gracias a los niños he aprendido que el teatro es una historia de un día de lluvia que hay que cambiarla al día siguiente cuando sale el sol.
04. Los anteojos de aquel exiliado estaban sucios con el polvo de la nostalgia.
05. Escribo por si acaso aparece entre las sílabas muertas una palabra viva.
06. Escribir una sola palabra es encender la lumbre del misterio. Escribir más de una palabra es un incendio.
07. Los dramaturgos y los actores de esta orilla y de la otra, son lo que han creado y preservado espacios de libertad aún en los peores tiempo de la peste, la cólera, la persecución y el exterminio. Todos ellos, aparte del lenguaje, tienen en común el mismo deseo: reunir a un pequeño grupo de personas (cada día más pequeño) para celebrar la liturgia gozosa y cómplice del teatro.
08. Los actores jóvenes nos rehúyen como apestados, tienen miedo que les lloremos sobre el hombro.
09. (...) Rechazar todo lo que nos impide acercarnos con respeto al misterio, a lo inexpresivo, a la inefable dignidad del hombre, a la magia de su densidad, a los mundos desconocidos por todos e intuidos por pocos, acercarnos con respeto al nudo de lo inexpresable que es el corazón de los demás.
10. En la historia oficial de este tiempo aparecerán estadísticas, índices de producción macroeconómicos, muchas impunidades maquilladas y algunos próceres de baba incontinente. Sólo el teatro hablará del hombre opaco que sufrió la lejanía y la gangrena muda del destierra, lejos de un país hermoso y triste, que todavía no sé si de verdad existe.
11. Si, aunque les parezca absolutamente increíble, la verdad es que tienen delante de ustedes a un dramaturgo, especie desaparecida hace décadas, algo así como un dinosaurio enano. Pueden tocarme, pellizcarme y tirarme maní. No muerdo, no huelo mal y ni siquiera me reproduzco en cautiverio.
12. Hoy, que se queman las utopías en el sucio fogón de las vergüenzas, los dramaturgos, son sus signos en el aire, reivindican la última y más indispensable utopía: la de inventar sueños, la de celebrar ritos pánicos a la vida, la de levantar un espejo mágico para que la sociedad vea sus heridas y se ría de ellas.