01. Lo siguiente que intenté elaborar fue una fantasía erótica, basada en la premisa de que el cuerpo contra el que estaba empotrado no era el de un agente de bolsa granujiento, sino el de Kathleen Turner, que llevaba una fina blusa de seda casi transparente, y una minifalda increíblemente corta y ajustada. Me imaginé los contornos firmes y abundantes de su pecho y de sus nalgas, el toque de deseo entreverado y renuente de sus ojos, su pelvis empezando inconscientemente a restregarse contra la mía; y de improviso y para mi horror, empecé a tener una erección, y todo el cuerpo se me puso tenso de puro pánico mientras trataba de apartarme del ejecutivo cuya entrepierna se encontraba ya en contacto directo con la mía. Pero no funcionó; de hecho, a no ser que me equivoque completamente, ahora era él el que estaba teniendo una erección, lo que significaba que o él estaba intentando el mismo truco que yo, o yo estaba mandando señales equivocadas y a punto de meterme en un buen lío. "¡Menudo reparto!" (1994)
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02. Debería haber sido un trayecto muy sencillo. En primer lugar, tenía que ir andando hasta la estación de metro, lo que significaba atravesar el parque, cruzar el Albert Bridge, pasar por delante de las casas con pinta de fortalezas de los ricachones de Cheyne Walk, subir por Royal Hospital Road y adentrarme en Sloane Square. Sólo me paré una vez a comprarme unas chocolatinas (un Marathón y un Twix, si la memoria no me falla). Era otra mañana de un calor insoportable, y no había forma de escapar del espeso humo negro que salía de la parte de atrás de los coches, los camiones y los autobuses, y se quedaba colgando pesadamente en el aire y en todas partes, forzándome a contener la respiración cada vez que tenía que atravesar la calle en un cruce concurrido. Pero luego, cuando llegué a la estación y bajé por las escaleras mecánicas, tan pronto como pude divisar el andén vi que estaba absolutamente atestado. Había algún fallo en el servicio, y hacía un cuarto de hora que no pasaba un tren. A pesar de que la línea no está muy lejos de la superficie en Sloane Square, el constante movimiento de las escaleras hacia abajo me hizo sentirme como Orfeo descendiendo a los infiernos, frente a aquella marea de gente pálida y triste; la luz del sol que acababa de dejar atrás convertida ya en un mero recuerdo. "¡Menudo reparto!" (1994)