Frases de Henri Michaux - Página 4

01. Escribe... El papel deja de ser papel, poco a poco se vuelve una larga, larga mesa a la que llegará, dirigida, lo sabe, lo siente, lo presiente, la víctima aún desconocida, la víctima lejana que le está reservada.

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02. La mescalina incrementa tu atención por todo; por los detalles, por sucesiones tremendamente rápidas.

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03. (...) Desde la experiencia con la mescalina los animales ya no me inspiran ningún sentimiento de fraternidad. El espectáculo de mi mente trabajando me hizo de algún modo más consciente de mi propia mente. Ya no siento empatía con un perro, porque él no tiene mente. Es triste...

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04. Al salir de la mescalina sabemos mejor que cualquier budista que todo no es más que apariencia. Lo anterior no era más que ilusión de Ia salud. Lo que fue durante el efecto era ilusión de la droga. Estamos convertidos. Al otro día y los días siguientes, podemos observar mejor el pensamiento de lo acelerado (Durante la mescalina la velocidad de aparición y desaparición es demasiado grande).

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05. Con la tinta china puedo hacer pequeñas formas muy intensas (... ). Pero tengo otros planes para la tinta. Entre otras cosas, he estado pintando cuadros con tinta china sobre lienzo. Me entusiasma, porque con una misma pincelada, en un mismo instante, puedo ser al mismo tiempo preciso y difuso. La tinta es directa; no se corre ningún riesgo. No tienes que luchar contra las prisas del óleo, con toda la parafernalia de la pintura.

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06. De tal modo ha comenzado mi estudio: fiel al fenómeno. He considerado el espectáculo con objeto de que me instruya. Contiene sin embargo tres trances... Inesperados. En efecto, mi instrucción ha ido más allá de lo que yo esperaba recibir. Sublevado desde siempre por las puertas prohibidas, y los "reservado a iniciados", supe entonces por mí mismo que no conviene, y sobre todo por qué no conviene hablar más. El arma sobrehumana de múltiples filos no admite que la entreguen.

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07. En lugar de una imagen que excluye a las demás, me habría gustado dibujar los momentos que, uno junto a otro, se suceden y conforman una vida. Exponer la frase interior, una frase que no tiene palabras, para que la gente vea una soga que se desenrolla sinuosamente y que acompaña íntimamente a todo lo que nos afecta, ya sea desde el exterior o desde el interior. Quería dibujar la conciencia de la existencia y el flujo del tiempo. Como cuando te tomas el pulso.

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08. Mi desazón era grande. La devastación era mayor. La velocidad era aún mayor... Una mano doscientas veces más ágil que la mano humana no habría bastado para seguir el acelerado curso de aquel inextinguible espectáculo. Y no se podía hacer nada más que seguirlo. Uno no puede concebir un pensamiento, un término, una figura, para elaborarlos, para que le sirvan de inspiración o de punto de partida para improvisar. Toda la energía se agota en ellos. Ese es el precio de su velocidad, su independencia.

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Henri Michaux

Henri Michaux
  • 24 de mayo de 1899
  • Namur, Bélgica
  • 18 de octubre de 1984
  • París, Francia

Escritor, poeta, periodista y pintor francés de origen belga, autor de "Pluma" (1938), "La mescalina" (1956), "El infinito turbulento" (1957), "Paz en los quebrantes" (1959), "Conocimiento en el abismo" (1961) y "Poemas escogidos" (1999).

Sobre Henri Michaux

Henri Michaux nace en Namur y su infancia transcurre en Bruselas, donde estudia en un internado en Malinas.

Finalizados los estudios secundarios, comienza la carrera de Medicina en la Universidad de Bruselas, que abandona en 1919.

Tiempo después se embarca en un largo viaje rumbo a Río de Janeiro (Brasil) y Buenos Aires (Argentina), trabajando como fogonero en un navío de la marina mercante francesa.

En 1922 vuelve a Bruselas y publica su primer texto, "Casos de locura circular", y abandona Bélgica para fijar su residencia en París (Francia).

Tras realizar estudios de literatura, vuelve a viajar por América Latina en 1927 y luego por la India, Asia y América del Sur entre 1931 y 1935.

En 1937 Henri Michaux se convierte en el redactor jefe de la revista "Hermès" y tiempo después comienza a dedicarse también a la pintura.

Entre sus obras destacan "Pluma" (1938), "La mescalina" (1956), "El infinito turbulento" (1957), "Paz en los quebrantes" (1959), "Conocimiento en el abismo" (1961) y "Poemas escogidos" (1999).

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