01. En la trasmisión de la cultura humana la gente siempre trata de repetir o replicar, de pasar a la próxima generación las habilidades y valores de los progenitores, pero ese intento falla inevitablemente, porque la trasmisión cultural está conectada con el aprendizaje, no con el ácido desoxirribonucleico (ADN).
02. Es preciso tener bien en claro esta verdad universal: sean lo que fueren las "cosas" en su mundo pleromático y cosístico, sólo pueden ingresar en el mundo de la comunicación y del significado merced a sus nombres, sus cualidades y sus atributos (o sea, merced a informes sobre sus relaciones internas y externas y sobre sus interacciones).
03. En la vida que vivimos, nuestras percepciones son, tal vez siempre, percepciones de partes, y nuestras conjeturas acerca de las totalidades son corroboraciones o refutaciones de continuo por la presentación posterior de otras partes. Tal vez ser por esto que las totalidades nunca pueden ser presentadas, ya que ello implicaría una comunicación directa.
04. Dicen que el poder corrompe, pero eso, sospecho, es una tontería. Lo que sí es cierto es que la idea del poder corrompe. El poder corrompe más rápidamente a los que creen en él, y son ellos los que más lo apetecen. Es obvio que nuestro sistema democrático tiende a dar el poder a quienes tienen hambre de él y brinda a quienes no lo desean todas las oportunidades posibles para evitarlo. No es un ordenamiento muy satisfactorio, si efectivamente el poder corrompe a quienes creen en él y lo desean.
05. Los números son el producto del recuento; las cantidades, el producto de la medición. Esto significa lo siguiente: es verosímil que los números sean exactos, porque existe una discontinuidad entre cada entero y el siguiente: entre "dos" y "tres" hay un salto; pero en el caso de la cantidad, no existe ese salto, y por ello es imposible que una cantidad cualquiera sea exacta. Puedes tener exactamente tres tomates, pero jamás podrás tener exactamente tres litros de agua. La cantidad es siempre aproximada.