01. La doctrina de los estoicos y de cualquier otra secta sobre la fuerza del sino es una quimera de la imaginación que se debe al ateísmo. Yo soy no sólo monoteísta, sino cristiano fortificado por la filosofía, que siempre ha sido útil.
02. Dios deja de ser Dios solamente para los que puedan admitir la posibilidad de su no existencia, y ese concepto es en sí mismo el castigo más severo que pueden sufrir.
03. Mi ocupación principal fue siempre cultivar el goce de mis sentidos; nunca tuve otra más importante.
04. Reconociendo que durante toda mi vida he actuado más a impulsos de los sentimientos que obedeciendo al resultado de mis reflexiones, he creído reconocer que mi conducta ha dependido más de mi carácter que de mi razón, que habitualmente han sido opuestos, y, en sus choques constantes, nunca me pareció tener una razón a la altura de mi carácter ni un carácter a la altura de mi razón.
05. No hallo palabras para describir toda la voluptuosidad que aquel ser encantador me reservaba. Ella fue quien se acercó a mí. Sin hablarnos, se confundieron nuestros besos y caricias. Dejaba vagar mi mirada por aquel hermoso rostro, animado del más tierno amor.
06. Verán que he amado siempre la verdad con tal pasión, que muchas veces he comenzado mintiendo con el fin de llegar a introducirla en cerebros que desconocían sus encantos.
07. Sé que he existido, porque he sentido; y puesto que el sentir me da este conocimiento, sé también que ya no existirá cuando haya dejado de sentir.
08. He escrito en francés, y no en italiano, porque la lengua francesa está más extendida que la mía; así, los puristas que me critiquen porque encuentren en mi estilo giros de mi país, tendrán razón, si es que esto les impide encontrarme claro.
09. Si se me califica de sensual, se cometerá una equivocación, porque la fuerza de mis sentidos nunca me ha hecho descuidar mis deberes cuando los he tenido.
10. Creo en la existencia de un Dios inmaterial, autor y señor de todas las formas; y lo que me demuestra que nunca he dudado de Él es que siempre he confiado en su Providencia.
11. Recordando los placeres que he tenido anteriormente, los renuevo, gozo de ellos una segunda vez, mientras que me río de los problemas ahora pasados, de los cuales no siento nada mas.
12. El hombre que olvida una ofensa, no la perdona, la olvida, pues el perdón parte de un sentimiento heroico, de un corazón noble, de un espíritu generoso, mientras que el olvido viene de una debilidad de la memoria, o de la despreocupación, amiga de un alma pacífica, y frecuentemente, de la necesidad de calma y de tranquilidad; en efecto, el odio, a la larga, mata al infortunado que se complace en alimentarlo.