01. Mis éxitos y mis fracasos, lo bueno y lo malo que he experimentado, todo me ha demostrado que este mundo, tanto físico como moral, el bien sale siempre del mal, igual que el mal del bien.
02. Ante la obligación de decir también algo sobre mi carácter y mi temperamento, el más indulgente de mis lectores no será ni el menos sincero ni el más falto de ingenio.
03. Por lo que toca a las mujeres, se trata de engaños recíprocos que no entran en la cuenta, porque cuando el amor se mete por medio, es cosa común que los unos engañen a los otros.
04. Que no se me censure si, a veces, parece que pinto ciertas escenas de amor con demasiado detalle, a no ser que me juzgue mal pintor, ya que no se podría reprochar a mi ánimo gastado el que no sepa ya gozar sino por reminiscencia.
05. Dios, gran principio de todos los principios y que jamás tuvo principio, ¿podría concebirse a sí mismo, si para ello tuviera necesidad de conocer su propio principio?
06. En cuanto a mi porvenir, nunca he querido preocuparme filosóficamente, porque no sé nada de él; y porque, como cristiano, considero que la fe debe creer sin razonar, y que la más pura guarda un profundo silencio.
07. El pensamiento del hombre, que no consiste más que en las comparaciones que se hacen para examinar las sensaciones, no puede preceder a la existencia de la memoria.
08. Dios no puede exigir a sus criaturas sino la práctica de las virtudes cuyo germen él ha colocado en su alma, y no nos ha dado nada cuyo fin no sea hacernos felices: amor propio, ambición de alabanzas, sentimiento de emulación, fuerza, valor, y una facultad de la que nada puede privarnos: la de matarnos si, tras un cálculo, acertado o erróneo, tenemos la desgracia de considerar que ello nos conviene.
09. Estaba locamente enamorado de ella pero nunca se lo dije, siempre me arrepentí de no habérselo dicho pero, si lo hubiera hecho, no hubiera gozado de ciertos favores.
10. Por lo que a mí respecta, como me gusta considérame siempre la causa principal del bien o del mal que me acontece, siempre me he visto con satisfacción en la situación de ser mi propio alumno y en el deber de ser mi propio receptor.
11. Comienzo declarando al lector que, en todo cuanto he hecho en el curso de mi vida, bueno o malo, estoy seguro de haber merecido elogios y censuras, y que, por tanto, debo creerme libre.
12. El hombre es libre, pero deja de serlo si no cree en su libertad; y cuanto más fuerte supone al destino, tanto más se priva de la fuerza que Dios le ha concedido al dotarle de razón.