Frases de Françoise Sagan - Página 4

01. Al margen del placer físico y muy real que me procuraba el amor, experimentaba una especie de placer intelectual pensando en él. Las palabras "hacer el amor" poseen una seducción propia, muy verbal, abstrayéndolas de su sentido. El término "hacer", material y positivo, unido a esa abstracción poética de la palabra "amor", me fascinaba. Había hablado de ello antes sin el menor pudor, sin el menor apuro, pero también sin percibir su encanto. "Buenos días, tristeza" (1954)

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02. Me acariciaba el pelo y la nuca, cariñosamente. Yo no me movía. Tenía la misma sensación que cuando la arena se me escurría a los pies al retirarse una ola. Me invadía un deseo de derrota, de dulzura, y jamás otro sentimiento, ni la ira ni el deseo, se habían apoderado de mí con tal fuerza. Renunciar a la comedia, confiarle mi vida, ponerme en sus manos hasta el fin de mis días. Nunca había sentido una debilidad tan violenta y total. Cerré los ojos. Me dio la impresión de que mi corazón había dejado de latir. "Buenos días, tristeza" (1954)

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03. Corrí hacia el mar, y me zambullí gimiendo sobre las vacaciones que hubiéramos podido tener, que no tendríamos. Teníamos todos los elementos de un drama: un seductor, una mujer galante y una mujer juiciosa. Divisé en el fondo del mar una preciosa concha, una piedra rosada y azul. Hundí el brazo para cogerla, la conservé, suavecita y pulida, en la mano hasta la hora de comer. Decidí que era un talismán, que no me separaría de ella en todo el verano. No sé por qué no la he perdido, yo, que lo pierdo todo. Hoy la tengo en la mano, rosada y tibia, y me entran ganas de llorar. "Buenos días, tristeza" (1954)

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04. Me sorprende la nitidez de mis recuerdos a partir de aquel momento. Adquirí una conciencia más atenta de los demás, de mí misma. La espontaneidad y un egoísmo fácil habían sido siempre para mí un lujo natural. Me habían acompañado siempre. Y de repente aquellos pocos días me alteraron lo bastante como para obligarme a meditar, a poner atención en mi vivir. Sufría todos los horrores de la introspección sin, por ello, reconciliarme conmigo misma. "Ese sentimiento hacia Anne", pensaba, "es estúpido y miserable, y el deseo de apartarla de mi padre, feroz. " Pero ¿Por qué juzgarme así? Siendo sencillamente yo, no era libre de calibrar lo que ocurría. Por primera vez en mi vida ese "yo" parecía dividirse y el descubrimiento de semejante dualidad me sorprendía enormemente. Encontraba disculpas, me las murmuraba a mí misma, juzgándome sincera, y bruscamente surgía otro "yo" que tachaba de falsos mis propios argumentos, gritando que me engañaba a mí misma, por más que pareciesen de lo más verosímil. Pero, en realidad, ¿No era esa otra quien me engañaba? ¿No era esa lucidez el peor de los errores? "Buenos días, tristeza" (1954)

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Françoise Sagan

Françoise Sagan
  • 21 de junio de 1935
  • Cajarc, Lot, Francia
  • 24 de septiembre de 2004
  • Honfleur, Calvados, Francia

Escritora, novelista, dramaturga y guionista francesa, autora de "Buenos días, tristeza" (1954), "Una cierta sonrisa" (1956), "¿Le gusta Brahms?" (1959), "Golpes en el alma" (1972) y "Con mi mejor recuerdo" (1984).

Sobre Françoise Sagan

Françoise Sagan nace en el seno de una familia de buena posición, y vive sus primeros años en un ambiente natural e intelectual.

Desde niña destaca por su inteligencia, que igualaba su carácter rebelde y poco disciplinado.

Terminada su educación inicial y tras no aprobar el examen de ingreso a la Universidad de París (Sorbona), Françoise Sagan publica su primera novela, "Buenos días, tristeza" (1954), que la hizo famosa en pocas semanas y le posibilitó obtener el Premio de la Crítica.

Rápidamente se convierte en el ícono de las generaciones jóvenes posteriores a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), al tiempo que comienzan los problemas por sus excesos.

En 1956 Françoise Sagan publica "Una cierta sonrisa" y al siguiente año "Dentro de un mes, dentro de un año", acrecentando aún más su fama.

En 1957 sufre un grave accidente al volante de su Aston Martin que le provoca un severo trauma cerebral.

Françoise Sagan contrae matrimonio con el editor francés Guy Schoeller en 1958 y se divorcia en 1960 y dos años después se casa nuevamente con el artista norteamericano Robert Westhoff, con quien tiene un hijo y posteriormente se divorcia.

Durante los siguientes años tuvo algunos problemas de salud y varios problemas legales, que incluyeron dos condena a un año de prisión con indulto.

La obra de Françoise Sagan trató principalmente del amor, la tristeza y la melancolía, sentimientos que la inundaron durante toda la vida.

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