Frases de François de la Rochefoucauld - Página 4

01. No se desprecia a todos los que tienen vicios, pero sí a los que no tienen ninguna virtud.

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02. Nunca el hombre es tan ridículo por las cualidades que tiene, como por aquellas que cree tener.

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03. No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones.

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04. Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.

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05. El capricho de nuestro humor es aún más arbitrario que el de la suerte.

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06. El mal que hacemos no nos atrae tanta persecución y tanto odio como nuestras buenas cualidades.

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07. Ni el sol ni la muerte pueden mirarse de hito en hito.

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08. Esas acciones grandiosas y espléndidas que deslumbran, según los políticos son efecto de grandes designios, pero por lo común tan solo son efecto del talante y de las pasiones. Así, la guerra de augusto con antonio, que se atribuye a la ambición de ambos por llegar a ser dueños del mundo, tal vez no fue más que una consecuencia de la envidia.

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09. El interés, que ciega a unos, ilumina a otros.

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10. No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.

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11. Los que ponen demasiado empeño en las cosas pequeñas, por lo común se hacen incapaces de hacer las grandes.

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12. Se necesitan virtudes más grandes para soportar la prosperidad que la suerte adversa.

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Friedrich Nietzsche Jean de la Bruyere

François de la Rochefoucauld

François de la Rochefoucauld
  • 15 de septiembre de 1613
  • París, Francia
  • 17 de marzo de 1680
  • París, Francia

Escritor, autor de epigramas y moralista francés que desempeñó un papel activo en la vida de la corte y la política de su tiempo.

Sobre François de la Rochefoucauld

En 1631, François de la Rochefoucauld abandonó sus estudios para alistarse en la Armada, peleando en numerosas batallas y manteniendo un papel activo en la política y la vida de la Corte.

Como la mayor parte de sus contemporáneos, François de la Rochefoucauld consideraba la política como un juego de ajedrez.

Conoció a Marie de Rohan y se acercó a través de ella a la Reina Ana de Austria, colaborando en varias acciones en contra del Cardenal Richelieu sin mucho éxito.

Desterrado en varias ocasiones, François de la Rochefoucauld fue encerrado en la Bastilla en 1637 durante ocho días.

Tras la muerte del Cardenal Richelieu en 1642, tomó parte en la en la reconciliación de la Reina Ana de Austria con Luis II de Borbón-Condé, participando en una liga contra Gastón, duque de Orleans.

En 1652, debido a una herida que sufrió en la batalla de Faubourg Saint-Antoine, François de la Rochefoucauld tuvo una lenta recuperación que le llevó un año, entrando en contacto con los círculos literarios.

Alejado totalmente de las tareas militares, se dedicó a frecuentar salones y mantener amoríos con integrantes de la nobleza.

François de la Rochefoucauld fue reconocido como un escritor conciso y claro de gran talento epigramático y profundo significado.

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