01. Además de los mandamientos generales, hay que cumplir exactamente los mandamientos particulares que nuestra vocación nos impone.
02. No debemos corregir nunca dejándonos llevar por nuestros sentimientos, sino únicamente por nuestra caridad.
03. Dejar que digan, escucharlo, sufrirlo todo; no espantarse por nada y continuar con fidelidad y buen ánimo.
04. No puede ser sino vanidad, lo que no sirve para la eternidad.
05. Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo.
06. Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrad siempre con tranquilidad y calma.
07. La virtud de la devoción no es más que una general inclinación y prontitud del alma para hacer lo que se sabe agradable a Dios; es esa dilatación del corazón de que hablaba David cuando decía: corrí por la senda de tus mandatos cuando me ensanchaste el corazón. Los que son simplemente buenos andan por los caminos de Dios, pero los devotos corren; y si son muy devotos, vuelan.
08. No hay que hacer ni decir nada para que se nos alabe, ni dejar de decir o de hacer nada por temor de ser alabados. Y no es ser hipócrita el no actuar tan perfectamente como decimos, porque, ¡Dios mío! , ¡Qué sería de nosotros! En ese caso yo mismo tendría que callarme para no ser hipócrita, puesto que si hablo de la perfección, pensarían que me creo perfecto. No, mi querida hija, no creo ser perfecto cuando hablo de la perfección; como tampoco me creo italiano cuando hablo esa lengua. Pero creo entender el lenguaje de la perfección, porque lo he aprendido de los que lo sabían.