01. Un santo triste es un triste santo.
02. Los hijos de Dios caminan sin rodeos y no tienen repliegues en el corazón.
03. El soberano artificio es no tener artificio. Nuestras palabras han de estar inflamadas, no con gritos o acciones desmesuradas, sino por el afecto interior; tienen que salir del corazón más que de la boca. Por mucho que se diga, el corazón habla al corazón, mientras que la lengua no habla más que a los oídos.
04. El espíritu humano da tantos rodeos y vueltas, sin que nos demos cuenta, que es imposible que no salga algo al exterior; por eso, a quien me nos se le note, es el mejor.
05. Tomad buena nota de la regla de los santos, que a todos los que quieren llegar a serlo, les invitan a que hablen poco o nada de sí mismos y de sus cosas.
06. Antes de juzgar al prójimo pongámoslo a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y a buen seguro que será entonces juicio recto y caritativo.
07. La perfección de la vida cristiana consiste en la conformidad de nuestra voluntad con la de Dios, que es la soberana regla y ley de todas las acciones.
08. El que habla mal de sí mismo, busca directamente la alabanza y actúa como el remero, que da la espalda al lugar a dónde quiere llegar.
09. Nadie llega jamás a la inmortalidad sino por el camino de la aflicción, y he aquí un gran motivo de consuelo para todo en nuestras penas.
10. Las mismas miserias de la vida se convierten en delicias celestiales si sabemos encontrar en ellas el placer de cumplir la voluntad de Dios.
11. Reprender a los demás es muy fácil, pero es muy difícil mirarse bien a sí mismo.
12. Se aprende a hablar, hablando. A estudiar, estudiando. A trabajar, trabajando. De igual forma se aprende a amar, amando.