01. La idea de lo Infinito supone la separación del Mismo con relación al Otro. Sin embargo, esta separación no puede fundarse en una oposición al Otro, que sería puramente antitética. La tesis y la antítesis, al rechazarse, se llaman. Aparecen en su oposición a una mirada sinóptica que las abarca.
02. La crítica no reduce lo Otro al Mismo como la ontología, sino que cuestiona el ejercicio del Mismo. Un cuestionamiento del Mismo –que no puede hacerse en la espontaneidad egoísta del Mismo- se efectúa por el Otro. A este cuestionamiento de mi espontaneidad por la presencia del Otro, se llama ética.
03. En realidad, el hecho de ser es lo más privado que hay; la existencia es lo único que no puedo comunicar; yo puedo contarla, pero no puedo dar parte de mi existencia. La soledad, pues, aparece aquí como el aislamiento que marca el acontecimiento mismo de ser. Lo social está más allá de la ontología.
04. La muerte es partida, deceso, negatividad cuyo destino se desconoce. ¿No debemos, pues, concebir la muerte como pregunta con tal indeterminación que no podemos decir que se plantea como problema a partir de sus datos? La muerte como viaje sin regreso, pregunta sin datos, puro signo de interrogación.
05. Lo que no es todavía no es, no está en ningún sitio. El porvenir es lo que no ha llegado, no es virtualmente real, no existe previamente. El tiempo se toma en serio. El impulso hacia el futuro es una relación con la utopía, no el a vanee hacia un final de la historia predeterminado en el oscuro presente.
06. Lo que exijo a mí mismo no es comparable a lo que tengo derecho de exigir al Otro. Esta experiencia moral, tan trivial, indica una asimetría metafísica: la imposibilidad radical de verse desde fuera y de hablar en el mismo sentido de sí y de los otros; en consecuencia también la imposibilidad de la totalización.
07. El tiempo es pura esperanza. Es incluso el lugar de origen de la esperanza. Esperanza de un mundo acabado en el que el hombre y su trabajo no sean mercancías. Esperanza y utopía sin las cuales la actividad que culmina el ser -es decir, la humanidad- no podría empezar ni continuar en su larga paciencia de ciencia y esfuerzo.
08. Por todas partes, en la filosofía occidental, donde lo espiritual y el sentido residen siempre en el saber, puede verse esa nostalgia de la totalidad. Como si la totalidad hubiese sido perdida, y esa pérdida fuese el pecado del espíritu. La visión panorámica de lo real es entonces la verdad y lo que da toda su satisfacción al espíritu.
09. El término "trascendencia" significa precisamente el hecho de que no se puede pensar juntos Dios y el ser. Por lo mismo, en la relación interpersonal no se trata de pensar juntos al otro y a mí, sino de estar o ser enfrente, de cara. La verdadera unión o el verdadero conjunto no es un conjunto de síntesis, sino un conjunto de cara-a-cara.
10. La distancia que se intercala entre el hombre y el mundo del cual depende, constituye la esencia de la necesidad. ¡Un ser está desarraigado del mundo del cual, no obstante, se alimenta! La parte del ser que se ha desarraigado del todo en el que estaban sus raíces, dispone de su ser y, en lo sucesivo, su relación con el mundo, sólo es necesidad.
11. El conocimiento siempre ha sido interpretado como asimilación. Incluso los descubrimientos más sorprendentes acaban por ser absorbidos, comprendidos, con todo lo que hay de "prender" en el "comprender". El conocimiento más audaz y lejano no nos pone en común con lo verdaderamente otro; no reemplaza a la sociedad; es todavía y siempre una soledad.
12. La actividad no recibe su sentido y su valor de un fin último y único, y como si el mundo formase un sistema de referencias útiles cuyo término implicase nuestra existencia misma. El mundo responde a un conjunto de finalidades autónomas que se ignoran. Gozar sin utilidad, dando pura pérdida, gratuitamente, sin buscar nada más, siendo puro gasto: esto es lo humano.