01. El arte de prever y ganar por todos los medios la guerra –la política- se impone, en virtud de ello, como el ejercicio mismo de la razón. La política se opone a la moral, como la filosofía a la ingenuidad.
02. La vida interior, el yo, la separación, son el desarraigo mismo, la no-participación y, en consecuencia, la posibilidad ambivalente del error y la verdad. El sujeto cognoscente no es parte de un todo, porque no es limítrofe de nada.
03. La necesidad atestigua el vacío y la falta en el necesitado, su dependencia frente al exterior, la insuficiencia del ser necesitado, precisamente porque no posee enteramente su ser y por lo tanto, no está, propiamente hablando, "separado".
04. La sensibilidad constituye el egoísmo mismo del yo. Se trata de lo sensible y no de lo sentido. El hombre como medida de todas las cosas -es decir, medido por nada- que compara todas las cosas, pero incomparable, se afirma en el sentir de la sensación.
05. Es necesario que un ser, aunque sea parte de un todo, tenga su ser en sí y no desde sus fronteras -no de su definición-, exista independientemente, no dependa de las relaciones que indican su lugar en el ser, ni del reconocimiento que le aportaría el Otro.
06. Los seres tienen una identidad "antes" de la eternidad, antes de la consumación de la historia, antes de que los tiempos sean cumplidos, mientras que aún hay tiempo, implica que los seres existen en relación, pero a partir de sí y no a partir de la totalidad.
07. La fuerza de la voluntad no se desarrolla como una fuerza más poderosa que el obstáculo. Consiste en abordar el obstáculo, no chocando contra él, sino tomándose siempre una distancia frente a él, al percibir un intervalo entre él y la inminencia del obstáculo.
08. La perfección deja atrás la concepción, desborda el concepto, designa la distancia: la idealización que la hace posible es un pasar sobre el límite, es decir, una trascendencia, pasar a lo otro, absolutamente otro. La idea de lo perfecto es una idea de lo infinito.
09. La vida es "amor a la vida", relación con contenidos que no son mí ser, y sin embargo más queridos que mí ser: pensar, comer, dormir, leer, trabajar, calentarse al sol. Distintos de mi sustancia, pero constituyéndola, estos contenidos conforman el premio de mi vida.
10. El alma -la dimensión de lo psíquico-, realización de la separación, es naturalmente atea. Por ateísmo, comprendemos una posición anterior a la negación o afirmación de lo divino, la ruptura de la participación a partir de la cual el yo se implanta como el mismo y como yo.
11. El sufrimiento de la necesidad no se apacigua en la anorexia, sino en la satisfacción. La necesidad es amada, el hombre es feliz de tener necesidades. Un ser sin necesidades no sería más feliz que un ser necesitado, sino que estaría fuera de la felicidad y de la infelicidad.
12. El suicidio es trágico, porque la muerte no soluciona los problemas que el nacimiento ha provocado, impotente para humillar los valores de la tierra. De aquí el grito final de Macbeth que afronta la muerte, vencido porque el universo no se deshace al mismo tiempo que su vida.