01. El mejor juez de una cara es el dueño de una tasca de pueblo.
02. Para servir a la patria hay que dejar de lado los prejuicios.
03. Por lo común, el destino es muy rápido en asestar sus golpes.
04. Hay incluso un límite para el dominio más férreo de uno mismo.
05. Las órdenes de una mujer hermosa son decisivas para cualquier clase de hombre.
06. "El dinero y los títulos pueden ser hereditarios", decía, "pero la inteligencia no".
07. ¿Quiere que le tienda una emboscada y le atraviese con mi espada? Sería la forma más rápida de deshacemos de ese obstáculo. - ¡No bromee, sir Andrew! ¡Ay! Desde anoche me he sorprendido en varias ocasiones deseando la muerte de ese desalmado. ¡Pero lo que usted propone es imposible! ¡Las leyes de este país prohíben el asesinato! Sólo en nuestra hermosa Francia se pueden cometer matanzas al por mayor legalmente, en nombre de la libertad y del amor fraterno.
08. La crisis moral que acababa de atravesar la hacía juzgar con indulgencia los defectos y las debilidades de los demás. Había comprendido, con fuerza devastadora, hasta qué punto puede golpear y dominar el destino a un ser humano. Si una semana antes le hubieran dicho que ella se rebajaría a espiar a sus amigos, que traicionaría a un hombre valiente y desprevenido para ponerlo en manos de un enemigo implacable, se hubiera reído despectivamente. Y sin embargo, eso era lo que había hecho: era posible que al día siguiente cayera sobre su cabeza el peso de la muerte de un hombre valiente.
09. Y cada día, cada hora, el repugnante instrumento de tortura reclamaba múltiples víctimas: ancianos, mujeres jóvenes, niños pequeños, hasta el día en que reclamara también la cabeza de un rey y de una hermosa y joven reina. Pero así debía ser, ¿Acaso no era el pueblo el soberano de Francia? Todo aristócrata era un traidor, como lo habían sido sus antepasados. El pueblo sudaba y trabajaba y se moría de hambre desde hacía doscientos años para mantener el lujo y la extravagancia de una corte libidinosa; ahora, los descendientes de quienes habían contribuido al esplendor de aquellas cortes tenían que esconderse para salvar la vida, escapar si querían evitar la tardía venganza de un pueblo.