01. Debemos recordar a los ancianos y ancianas que murmuraban antiguas oraciones, y a los niños; siempre debemos recordar a los niños, tristes y asustados, todos parte de una procesión nocturna que caminaba hacia las llamas y se elevaba hasta el cielo más alto. Entre esos niños había futuros científicos, físicos, eruditos, estadistas, escritores, poetas, filántropos. Alguno de ellos podría haber inventado una cura para el SIDA o redactado un texto de tal humanidad que enmudecería de vergüenza a todos los racistas. Al asesinarlos, los asesinos le robaron futuro a la familia de la humanidad. Un millón y medio de niños judíos.
02. Los ausentes ni siquiera rozaban nuestra memoria. Todavía se hablaba de ellos –"quién sabe qué ha sido de ellos"-, pero poco se preocupaba uno de su destino. Incapaces de pensar en algo. Los sentidos estaban embotados, todo se desvanecía en una especie de neblina. Nada nos retenía ya. El instinto de conservación, la autodefensa, el amor propio, todo había desaparecido. En un último momento de lucidez, me pareció que éramos almas malditas errantes en el mundo-de-la-nada, almas condenadas a errar a través de los espacios hasta el fin de las generaciones en busca de su redención, en busca del olvido, sin esperanza de encontrarlo. "La noche" (1958)
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03. No podemos olvidar. Las imágenes están ahí, ante los ojos. Aunque no estuvieran los ojos, las imágenes seguirían estando. Creo que si tuviera capacidad para olvidar, me odiaría. Nuestro paso por allá ha dejado en nosotros bombas de tiempo. De vez en cuando, una estalla. Y entonces no somos sino dolor, vergüenza y culpa. Nos sentimos avergonzados y culpables de estar con vida, de comer pan hasta saciarnos, de llevar en invierno un buen calzado abrigado. Una de esas bombas, Kathleen, sin duda provoca la locura. Es inevitable. Quien estuvo allá, se ha llevado consigo un poco de la locura de la humanidad. Un día u otro, ascenderá a la superficie. "El día" (1961)
+ Frases de Bombas + Pensamientos de "El día"
04. Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, la cual convirtió mi vida en una larga noche, siete veces maldecida y siete veces sellada. Nunca olvidaré aquel humo. Nunca olvidaré las caras pequeñas de los niños, cuyos cuerpos vi convertirse en espiral de humo bajo un silencioso cielo azul. Nunca olvidaré estas llamas que consumieron para siempre mi fe. Nunca olvidaré ese silencio nocturno el cual me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré aquellos momentos en los cuales asesinaron a mi Dios y mi alma y convirtieron mis sueños en polvo. Nunca olvidaré estas cosas, aunque esté condenado a vivir tanto como Dios mismo. "La noche" (1958)
+ Frases de Campo de concentración + Pensamientos de "La noche"
05. (...) Hablas de la felicidad, Kathleen, como de una posibilidad. Pero ni siquiera es un sueño. Él también ha muerto. También está en lo alto. Todo se ha refugiado allá arriba. ¡Y qué vacío aquí abajo! La verdadera vida está allá. Aquí no hay nada. Nada, Kathleen. Aquí está el desierto árido. El desierto desprovisto de espejismos. Es la estación donde el niño olvidado en el andén ve a sus padres que se alejan en un tren. Y, en lugar de ellos, está ahí el humo negro del tren. El humo son ellos. ¿La felicidad? La felicidad para el niño sería que el tren diera marcha atrás. Pero tú conoces a los trenes: siempre van hacia delante. Sólo el humo va hacia atrás. "El día" (1961)
+ Frases de Humo + Pensamientos de "El día"
06. (...) Transcurridos los tres días, un nuevo decreto: cada judío debía llevar la estrella amarilla. Los notables de la comunidad vinieron a ver a mi padre –que tenía relaciones en las altas esferas de la policía húngara- para preguntarle qué pensaba de la situación. Mi padre no la veía demasiado negra, o tal vez no quería desalentar a los otros y echar sal en sus heridas: - ¿La estrella amarilla? De eso no se muere... ( ¡Pobre padre! ¿De qué has muerto entonces? ) Pero ya se proclamaban nuevos edictos. Ya no teníamos derecho a entrar en los restaurantes, en los cafés, a viajar en tren, a ir a la sinagoga, a salir a la calle después de las dieciocho horas. Después fue el ghetto. "La noche" (1958)
+ Frases de Gueto + Pensamientos de "La noche"
07. No lejos de nosotros, de un foso subían llamas, llamas gigantescas. Estaban quemando algo. Un camión se acercó al foso y descargó su carga: eran niños. ¡Eran bebés! Sí, los vi, con mis propios ojos los vi...Niños entre las llamas. ( ¿Es asombroso si desde entonces el sueño huye de mis ojos? ) He ahí pues adónde íbamos. Un poco más lejos habría otro foso más grande para los adultos. Me mordí los labios: ¿Vivía aún? ¿Estaba despierto? No podía creerlo. ¿Cómo era posible que se quemara a hombres, a niños, y que el mundo callara? No, todo eso no podía ser verdad. Una pesadilla... Pronto despertaría sobresaltado, latiéndome el corazón y me encontraría en mi cuarto, entre mis libros... "La noche" (1958)
+ Frases de Bebés + Pensamientos de "La noche"
08. (...) Volví a pensar en mí mismo. Debido a mi pie herido, cada paso me producía un estremecimiento. "Unos metros más –pensaba-, unos metros más y esto habrá terminado. Caeré. Una llamita roja...Un disparo". La muerte me circundaba hasta ahogarme. Se adhería a mí. Sentía que habría podido tocarla. La idea de morir, de no ser más, comenzaba a fascinarme. No existir más. No sentir más los horribles dolores de mi pie. No sentir nada más, ni cansancio, ni frío, nada. Saltar fuera de la fila, dejarse deslizar hacia el borde del camino... La presencia de mi padre fue la única cosa que me lo impidió...Corría a mí lado, sin aliento, extenuado, acosado. No tenía derecho a morir. ¿Qué haría sin mí? Yo era su sostén. "La noche" (1958)
+ Frases de Sostén + Pensamientos de "La noche"
09. Era mi turno. Corrí sin mirar hacia atrás. La cabeza me daba vueltas: "Eres demasiado flaco, eres débil, eres demasiado flaco, eres apto para la chimenea... ". La carrera me parecía interminable, me parecía estar corriendo desde hacía años..."Eres demasiado flaco, demasiado débil... ". Al fin llegué, exhausto. Al recuperar el aliento, pregunté a Yossi y a Tibi: - ¿Me anotaron? - No –contestó Yossi. Y agregó sonriente-: De todos modos, no hubieran podido, corrías demasiado rápido...Me reí. Era feliz. Hubiera querido besarlos. ¡En ese momento poco me importaban los demás! No me habían anotado. Aquellos cuyo número había sido anotado estaban aparte, abandonados del mundo entero. Algunos lloraban en silencio. "La noche" (1958)
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10. Algunos oficiales SS recorrían el cuarto buscando hombres robustos. Si el vigor era tan buscado, tal vez había que mostrarse fuerte. Mi padre pensaba lo contrario. Era mejor no ponerse en evidencia. El destino de los otros sería el nuestro. (Más tarde nos enteramos de que habíamos tenido razón. Aquellos que fueron elegidos ése día fueron incorporados a la Sonder-kommando, el comando que trabajaba en los crematorios. Bela Katz –hijo de un fuerte comerciante de mi ciudad- había llegado a Birkenau en el primer transporte una semana antes que nosotros. Cuando se enteró de nuestra llegada nos hizo pasar una nota en la que decía que, elegido por su robustez, había introducido él mismo el cuerpo de su padre en el horno crematorio). "La noche" (1958)
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11. Un suboficial SS vino a nuestro encuentro, cachiporra en mano, y ordenó: - Los hombres a la izquierda. Las mujeres a la derecha. Cuatro palabras dichas tranquilamente, indiferentemente, sin emoción. Cuatro palabras simples, breves. Sin embargo, era el momento en que me separaría de mi madre. No había tenido tiempo de pensar, cuando ya sentí la presión de la mano de mi padre: quedamos solos. En una fracción de segundo, pude ver a mi madre, a mis hermanas, ir hacia la derecha. Tzipora estrechaba la mano de mamá. Las vi alejarse; mi madre acariciaba los cabellos rubios de mi hermana como para protegerla, y yo continuaba andando con mi padre, con los hombres. Y no sabía que en ese lugar, en ese instante, me separaba de mi madre y de Tzipora para siempre. Continuaba caminando. Mi padre me tenía de la mano. "La noche" (1958)
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12. Si te hubiera hablado en voz alta, habría comprendido la trágica condición de aquellos que volvieron, perdonados a cuenta, muertos vivientes. Hay que mirarlos atentamente. Su apariencia es engañosa. Son contrabandistas. Dirán que se parecen a los demás. Comen, ríen, aman. Buscan el dinero, la gloria, el amor. Como los demás. Pero es falso: representan, a veces sin saberlo. Quien ha visto lo que ellos han visto no puede ser como los demás; no puede reír, amar, orar, negociar, sufrir, divertirse ni olvidar. Como los demás. Hay que observarlos cuidadosamente cuando pasan ante una inocente chimenea de fábrica, o cuando se llevan el pan a la boca. Algo se estremece en ellos y hace que uno aparte los ojos. Esos seres han sido amputados, no de una pierna o de un ojo, sino de la voluntad y el gusto de vivir. Un día u otro, las cosas que vieron subirán a la superficie. Y entonces el mundo quedará aterrado y no osará mirar en los ojos a esos mutilados del alma. "El día" (1961)