01. La filosofía y la religión están muy bien, claro, pero son para los ricos, y si uno es rico ¿Para qué quiere la filosofía y la religión?
02. La experiencia me ha enseñado que, en una investigación como la que yo estaba llevando a cabo, poco se consigue con la fuerza o con la audacia y mucho con la perseverancia.
03. En realidad soy yo quien ha perdido. Yo creía que siendo malo tendría el mundo en mis manos y sin embardo me equivocaba: el mundo es peor que yo.
04. José Antonio es inconsistente, el partido no tiene programa ni base social, y su famosa elocuencia consiste en hablar con salero sin decir nada concreto...
05. Durante siglos tuvimos dominación extranjera y pasamos hambre que te cagas. Ahora hemos aprendido lección, hemos sabido aprovechar oportunidad y nos hemos hecho amos de medio mundo.
06. Retórica oriental, demasiado sutil, lo reconozco. A menudo no sabes de lo que están hablando y ya te la han metido, como decía Sun Tzu.
07. Con el mismo gusto me habría zampado una ración de sardinas, pero también a eso hube de renunciar porque gastar dinero no entraba en mi presupuesto.
08. Tenía un grueso labio inferior, colgante y húmedo que incitaba a humedecer en él el dorso engomado de los sellos.
09. La primavera se anunciaba insuflando en el aire esa fragancia que tiene algo de vértigo placentero de la locura...
10. Tenía una confianza sin límites en su capacidad de sobreponerse a cualquier contrariedad y de sacar provecho de cualquier obstáculo.
11. (...) Este hecho había sido ya comentado en los periódicos de la capital. Estos mismos periódicos habían llegado a la conclusión penosa pero incuestionable de que así había de ser. Las comunicaciones entre Barcelona y el resto del mundo, tanto por mar como por tierra, la hacen más apta que ninguna otra ciudad de la Península para la atracción de forasteros, dijeron.
12. María Rosa Savolta examinó con severa mirada la contradictoria figura de la criada. ¿Qué hacía aquel ser de rudeza esteparia y garbo de dolmen, chato, cejijunto, dentón y bigotudo en un salón donde todos y cada uno de los objetos rivalizaban entre sí en finura y delicadeza? ¿Y quién le habría puesto aquella cofia almidonada, aquellos guantes blancos, aquel delantal ribeteado de puntillas encañonadas? Se preguntó la señora.