01. Y que tus pies transitan abriendo huellas indelebles donde puede leerse la historia del mundo y el porvenir del universo y ese ligarse luminoso de mi vida a tu existencia.
02. Se nace poeta; aquel fuego interior, aquella chispa que puede provocar el incendio de un bosque existe desde el momento en que se abren los ojos o tal vez, desde antes del nacimiento.
03. Las ramas de luz atónita poblando innumerables veces el área de tu frente asaltada por olas asfaltada de lumbre tejida de pelo tierno y de huellas leves de fósiles de plantas delicadas.
04. La noche se acuesta al lado mío y empieza el diálogo al que asistes como una lámpara votiva sin un murmullo parpadeando y abrasándome con una luz tristísima de olvido y de casa vacía bajo la tempestad nocturna.
05. La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de fresca sombrilla con caireles y rulos.
06. El corazón respira apenas ante el milagro repentino de tu presencia. Los ojos quisieran guardar para siempre el color de incendio de tus ojos, el resplandor de tu mirada, el exacto volumen de tu cuerpo, y devorarte y envolverte y guardarte ajeno a todas las miradas.
07. Nada puede hacerme sufrir más que el espectáculo del amor. Yo solo, frente al mundo, fuera del mundo, en el mundo intermedio de la nostalgia fúnebre, de las aguas maternas, del gran claustro, del paraíso perdido; frente a ti y lejos, tan lejos que ya nada puede salvarme, ni la muerte.
08. ¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia? ¿No eras tú el manantial la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza? Pienso tu rostro inmóvil, brasa de donde parten la vía láctea y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña encendida agitada sobre el mar.
09. La poesía sigue proyectando su luz mortal y lacrimógena; luz vivificante del devenir humano dentro de sí mismo y no orientado hacia la conquista de nuevos metales cuya fusión dosificada estalle asolando tierras de cultura, tesoros anímicos penosamente acumulados, segando el más preciado, el más rutilante de los tesoros: la vida humana.
10. (...) Un camino de tierra en medio de la tierra y nubes de tierra y tu frente se levanta, como un castillo de nieve y apaga el alba y el día se enciende y vuelve la noche y fasces de tu pelo se interponen y azotan el rostro helado de la noche para sembrar el mar de luces moribundas y que las plantas carnívoras no falten de alimento y crezcan ojos en las playas y las selvas despeinadas giman como gaviotas.
11. Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio de mi sueño y me levantas y como un dios, como un auténtico dios, como el único y verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno, todo de obsidiana con tu cabeza de diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de oro que sostienen tu cuerpo negro, me arrastras y me arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones.