01. La prolación de Dios es una lámpara, cuya luz son estas palabras: Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una sola rama, proceded uno con otro con extremo amor y armonía, con amistad y compañerismo.
02. En verdad te digo: de todos los hombres, el más negligente es aquel que disputa inútilmente y trata de sobresalir por encima de su hermano. Di: ¡Oh hermanos! Que las acciones y no las palabras, sean vuestro adorno.
03. Es de hecho un hombre, quien, hoy, se dedica al servicio de toda la raza humana. El Gran Ser dice: Bienaventurado y feliz es aquel que se levanta para promover los mejores intereses de los pueblos y razas de la tierra.
04. Cuando acontezcan sucesos naturales estremecedores, recordad la fuerza y majestad de vuestro Señor, Quien todo lo escucha y lo ve, y decid: "El dominio es de Dios, Señor de lo visible y lo invisible, Señor de la creación".
05. Mi eternidad es mi creación; la he creado para ti. Haz de ella la vestidura de tu templo. Mi unidad es mi obra; la he forjado para ti; atavíate con ella, para que seas por toda la eternidad la revelación de mi ser imperecedero.
06. Los más viles entre los hombres son aquellos que no dan ningún fruto en la tierra. Tales hombres son en verdad considerados entre los muertos; es más, ante la vista de Dios, mejores son los muertos que esas almas ociosas y despreciables.
07. Eres el sol de los cielos de mi santidad; no dejes que la contaminación del mundo eclipse tu esplendor. Rasga el velo de la negligencia para que emerjas resplandeciente por detrás de las nubes y adornes todas las cosas con el atavío de la vida.
08. Eres como una espada de excelente temple, oculta en la oscuridad de la vaina, y cuyo valor es desconocido para el artífice. Por tanto, sal de la vaina del yo y del deseo, para que tu valor se haga manifiesto y resplandeciente ante todo el mundo.
09. El mundo no es más que una apariencia, vana, una mera nada que lleva semejanza de realidad. No pongáis vuestros afectos en él. No rompáis el vínculo que os une con vuestro Creador y no seáis de aquellos que han errado y se han desviado de Sus caminos.
10. Yo no era más que un hombre como los demás, recostado en su lecho, cuando he aquí que las brisas del Todoglorioso me embargaron y me instruyeron en el conocimiento de todo cuanto ha sido. (...) Y Él me ordenó que alzara la voz entre el cielo y la tierra.
11. El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables, a menos que y hasta que su unidad esté firmemente establecida. Esta unidad no podrá jamás lograrse mientras se permita que los consejos que ha revelado la Pluma del Altísimo pasen desatendidos.
12. Cuidado, no sea que los velos de la gloria os impidan beber de las aguas cristalinas de esta Fuente viva. Tomad, en este amanecer, el cáliz de salvación en el nombre de Quien hace despuntar el Día, y bebed a plenitud en alabanza de Quien es el Todoglorioso, el Incomparable.