Frases de Augusto Roa Bastos

01. Siempre hay tiempo para tener más tiempo. "Yo el Supremo" (1974)

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02. Hay que poner plazos largos a las dificultades. "Vigilia del Almirante" (1992)

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03. Nada enaltece tanto la autoridad como el silencio. "Yo el Supremo" (1974)

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04. Él se había alejado de su casa a los once años para "descubrir el mundo"; pero ésa y sucesivas experiencias lo pusieron en camino de descubrir que en el mundo no hay nada peor que la maldad humana. "El trueno entre las hojas" (1953)

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05. Ninguna historia puede ser contada. Ninguna historia que valga la pena ser contada. Más el verdadero lenguaje no nació todavía. Los animales se comunican entre ellos, sin palabras, mejor que nosotros, ufanos de haberlas inventado con la materia prima de lo quimérico. "Yo el Supremo" (1974)

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06. Háblame. Mírame. Tus voces, tu mirada, desarmarán mis párpados y mi arteria de sombras, y en ámbitos de un hielo estupefacto, por liturgia del fuego, mi rosa envenenada. Será otra vez la lumbre de un corazón más joven. "El ruiseñor de la aurora, y otros poemas" (1942)

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07. Variedad resignada del afán de interpretación. No podría hacerla un crítico literario sino volviéndose todo él un ser imaginario y disolviéndose en la realidad de la ficción. "Yo el Supremo" (1974)

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08. El gran principio de la justicia: evitar el crimen en lugar de castigarlo. Ajusticiar a un culpable no requiere sino un pelotón o un verdugo. Impedir que haya culpables exige mucho ingenio. "Yo el Supremo" (1974)

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09. Tendría que haber en nuestro lenguaje palabras que tengan voz. Espacio libre. Su propia memoria. Palabras que subsistan solas, que lleven su lugar consigo. Un espacio donde esa palabra suceda igual que un hecho. "Yo el Supremo" (1974)

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10. Tirano, dijo el rey sabio, es aquél que con el pretexto del progreso, bienestar y prosperidad de sus gobernados, substituye el culto de su pueblo por el de su propia persona. "Yo el Supremo" (1974)

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11. Te enseñaré el difícil arte de la ciencia escritural, que no es, como crees, el arte de la floración de los rasgos, sino de la desfloración de los signos. "Yo el Supremo" (1974)

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12. El relato no hace más que relatarse a sí mismo. Lo importante no son las palabras, sino los hechos que no están en las palabras y que precisamente rechazan las palabras. "Contravida" (1994)

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Alejo Carpentier

Augusto Roa Bastos

Augusto Roa Bastos
  • 13 de junio de 1917
  • Asunción, Paraguay
  • 26 de abril de 2005
  • Asunción, Paraguay

Escritor, novelista, dramaturgo, guionista, profesor, periodista y corresponsal de guerra paraguayo, autor de "El naranjal ardiente, nocturno paraguayo" (1960), "Hijo de hombre" (1960), "El baldío" (1966), "Yo el Supremo" (1974), "Lucha hasta el alba" (1979) y "El fiscal" (1993).

Sobre Augusto Roa Bastos

Augusto Roa Bastos nació en Asunción, pero su infancia transcurrió en Iturbe (Guairá), lugar donde se trasladó su familia.

De vuelta en Asunción, ingresó como pupilo al Colegio San José, pero tras estallar la guerra entre Paraguay y Bolivia (Guerra del Chaco), escapó del internado para servir como enfermero.

En 1932 comenzó a trabajar como periodista para el diario "El País", y paralelamente escribir obras de teatro y poesías.

En 1947 tuvo que exiliarse, estableciéndose en Buenos Aires (Argentina) y trabajando con empleado los primeros años.

En 1974 publicó "Yo el Supremo", libro con el que logró reconocimiento internacional y es considerado una obra cumbre de la literatura en español.

Tras el golpe de estado ocurrido en Argentina en 1976, Augusto Roa Bastos se vio forzado a exiliarse nuevamente, viajando a Toulouse (Francia) para integrarse como profesor en la Universidad de Toulouse.

En 1982 fue privado de la ciudadanía paraguaya, concediéndosele la española honoraria en 1983 y la francesa en 1987.

En 1996 regresó a Paraguay, donde escribió en el diario "Noticias" de Asunción hasta su muerte.

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