01. A mano amada, cuando la noche impone su costumbre de insomnio y convierte cada minuto en el aniversario de todos los sucesos de una vida.
02. Allí, en la esquina más negra del desamparo, donde el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras, los recuerdos me asaltan.
03. El aire tienes que separarlo casi con las manos de tan denso, de tan impenetrable. Andas. No dejan huellas tus pies.
04. Mi amiga, mi dulce amiga, aquella que me amaba, me dice que ha dejado de quererme. No recuerdo un invierno tan frío como éste.
05. Aquí no pasa nada, salvo el tiempo: irrepetible música que resuena, ya extinguida, en un corazón hueco, abandonado, que alguien toma un momento, escucha y tira.
06. Ahora sólo lo inesperado o lo imposible podría hacerme llorar: una resurrección, ninguna muerte.
07. Una sombra más leve y más sencilla, que nace de tus piernas, se adelanta para anunciar el último, el más puro milagro de la luz: tú contra el alba.
08. No es bueno repetir lo que está dicho. Después de haber hablado, de haber vertido lágrimas, silencio y sonreíd: Nada es lo mismo.
09. Desearía mirarme con las pupilas duras de aquel que más me odia, para que así el desprecio destruya los despojos de todo lo que nunca enterrará el olvido.
10. Entré en tu cuerpo lleno de esperanza para admirar tanto prodigio desde el claro mirador de tus pupilas.
11. Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos. Pensaré en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos, prolongándome, vivo, hacia la muerte, se pasarán de mano en mano de corazón a corazón, de carne a carne, el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que me lleva a tu lado sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma.
12. Ninguna era tan bella como tú durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera.