Frases de Amélie Nothomb - Página 13

01. Había tenido que enfrentarme a una elección entre dos riesgos enormes: uno se llamaba sí, que tiene como sinónimos eternidad, seguridad, consistencia, estabilidad y otras palabras que hielan el agua de espanto; El otro se llamaba no, que se traduce por desgarro, desesperación, y yo que creía que me querías, desaparece de mi vista, y tan feliz que parecías cuando, y otras palabras definitivas que hacen hervir el agua de indignación, porque son injustas y bárbaras. ¡Qué alivio haber encontrado la solución de los noviazgos! Era una respuesta líquida en tanto en cuanto no resolvía nada y posponía el problema para más adelante. Pero ganar tiempo es la gran cuestión de la vida. "Ni de Eva ni de Adán" (2007)

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02. La escritura lo jode todo: piense en la cantidad de árboles que ha sido necesario cortar para el papel, en los sitios que ha habido que buscar para almacenar los libros, en el dinero que ha costado su impresión, en el dinero que les costará a los eventuales lectores, en el aburrimiento que esos infelices experimentarán al leerlos, en la mala conciencia de los miserables que los comprarán, pero no tendrán suficiente valor para leerlos, en la tristeza de los amables imbéciles que los leerán sin comprenderlos, pero, sobre todo, en la fatuidad de las conversaciones que sucederán a su lectura o a su no lectura. ¡Y me quedo corto! Así que no me venga con que la escritura no es nociva. "Higiene del asesino" (1992)

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03. De cada edificio con los que me iba cruzando emanaba una solapada hostilidad. Acabé preguntándoles el camino a unos nativos que fingieron no entender nada de mi inglés, y tuve que hacer un esfuerzo para no decirles que incluso su vieja gloria entendía mi jerga. Tras dos horas exasperantes deambulando, llegué al hotel, y me encerré en mi habitación para mantener al enemigo a raya. Me mariné un buen rato en un baño ardiente y luego me metí en la cama. Muy rápidamente, la apreciación de aquella comodidad se vio sustituida por una desagradable constatación de fracaso. Nunca en mi vida me había fallado tanto una ciudad. Si se hubiera tratado de Maubeuge o de Vierzon, quizá me habría parecido divertido. ¡Pero Londres! "Pétronille" (2014)

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04. Tengo una larga experiencia en materia de separaciones, y sé mejor que nadie el peligro que entrañan: separarte de alguien prometiendo que volveréis a veros es el presagio de las cosas más terribles. El caso más habitual es que no vuelvas a ver nunca más al individuo en cuestión. Y ésa no es la peor de las eventualidades. La peor consiste en volver a ver a la persona y no reconocerla, ya sea porque ha cambiado mucho, ya sea porque entonces descubres un aspecto increíblemente desagradable que ya debía de existir antes pero que habías logrado ignorar en nombre de esa extraña forma de amor tan misteriosa y peligrosa y en la que siempre se nos escapa todo lo que está en juego: la amistad. "Pétronille" (2014)

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05. Volví a llamar al servicio de información internacional francés y me atendió otro hombre. Me había pasado por la cabeza una idea brillante: -Quisiera el número de la embajada de Bélgica en Tokio, por favor. -Un momento. Me conectó con una sintonía tan pobre que, en lugar de molestar, provocaba una especie de ternura...-No existe. - ¿Perdone? Aquello no tenía ningún sentido. -No existe ninguna embajada de Bélgica en Tokio -me dijo, como si fuera evidente. Empleó el mismo tono que habría utilizado para comunicarme que no existía ningún consulado de Azerbaiyán en Mónaco. Comprendí que habría resultado inútil contarle que, durante muchos años, mi padre fue embajador de Bélgica en Tokio y que de eso no hacía tanto tiempo. Le di las gracias y colgué. "La nostalgia feliz" (2013)

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06. El hambre es deseo. Es un deseo más amplio que el deseo. No es voluntad, que es una forma de fuerza. Tampoco es debilidad, ya que el hambre no conoce la pasividad. El hambriento es un ser que busca. Si Cátulo recomienda resignación es precisamente porque él no se resigna. Hay en el hambre una dinámica que prohíbe aceptar el propio estado. Es un deseo que resulta intolerable. Alguien podrá decirme que el deseo de Cátulo, que está relacionado con la falta de amor, la obsesión debida a la ausencia de la amada, no tiene nada que ver. Sin embargo, mi lenguaje detecta en él un registro idéntico. El hambre de verdad, que no es un capricho de carpanta, el hambre que despechuga y vacía el alma de su sustancia, es la escalera que conduce al amor. Los grandes enamorados fueron educados en la escuela del hambre. "Biografía del hambre" (2004)

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07. (...) No creo que la suerte de los japoneses resulte mucho más envidiable. En realidad, incluso opino lo contrario. La nipona, por lo menos, tiene la posibilidad de librarse del infierno de la empresa casándose. Y no trabajar en una empresa japonesa me parece un fin en sí mismo. Pero el nipón, en cambio, no es un ser asfixiado. No se ha destruido en él, desde su más tierna edad, todo rastro de ideal. Conserva uno de los derechos humanos más fundamentales: el derecho a soñar, a tener esperanzas. Y lo ejerce. Sueña con mundos quiméricos en los que es libre y dueño de sus actos. La japonesa carece de semejante recurso, si ha sido bien educada -y la mayoría lo han sido-. Por decirlo de algún modo, esa facultad esencial le ha sido amputada. Ésta es la razón por la cual proclamo mi más profunda admiración por toda nipona que todavía no se haya suicidado. "Estupor y temblores" (1999)

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08. La mediocridad no siempre utiliza la vía socioprofesional para imponerse. A menudo, sus victorias son mucho más íntimas. Si he elegido recordar a aquellos dos chicos que a los quince tuteaban la divinidad, es porque la Gran Parca no sólo se ensaña con las élites. Sin saberlo, o sabiéndolo, todos estamos llamados al combate y existen mil maneras de sufrir una derrota. La lista de víctimas no está escrita en ninguna parte: nunca sabemos con certeza quiénes figuran en ella, incluso ignoramos si incluye nuestro nombre. Sin embargo, no se puede dudar de la existencia de este frente. A los cuarenta años, son tan pocos los supervivientes que te sientes atormentado por un sentimiento trágico. A los cuarenta, uno está forzosamente de luto. No pienso que la mediocridad haya podido conmigo. Siempre logré mantener una vigilancia al respecto, gracias a algunas señales de alarma. La más eficaz es la siguiente: mientras no te regodeas con la caída de alguien, aún puedes mirarte al espejo. Deleitarse con la mediocridad ajena sigue siendo el colmo de la mediocridad. "El viaje de invierno" (2009)

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Amélie Nothomb

Amélie Nothomb
  • 9 de julio de 1966
  • Etterbeek, Bélgica

Escritora, novelista y dramaturga belga en lengua francesa, autora de "Higiene del asesino" (1992), "El sabotaje amoroso" (1993), "Estupor y temblores" (1999), "Cosmética del enemigo" (2001), "Ordeno y mando" (2008) y "Pétronille" (2014).

Sobre Amélie Nothomb

Amélie Nothomb nace en Etterbeek, pero debido a la profesión de su padre, diplomático de Bélgica, vive su infancia en diferentes países, entre ellos Japón, China, Estados Unidos, Laos, Birmania y Bangladés.

Estudia filología románica en la Universidad Libre de Bruselas y luego se traslada a Tokio (Japón), donde trabaja como intérprete en una empresa.

De regreso a Bélgica, Amélie Nothomb publica "Higiene del asesino" (1992) y comienza un éxito esplendoroso que le permite vivir como escritora.

Entre los numerosos premios obtenidos destacan el "Gran Premio de novela de la Academia Francesa" (1999) y el "Premio de Flore" (2007).

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