01. No hay nada que admirar. Después de tantos años, la vida me ha enseñado que las cosas siempre salen bien cuando eres tú la que decide, porque decidir ya es hacerlo bien. No tiene más misterio.
02. No sé las cartas que la vida me pondrá en la mano, pero el tiempo que he vivido aquí me ha enseñado que eso es lo de menos. No importan las cartas sino la mano que las maneja.
03. Hay un momento en la vida en que dejamos de mirar y nos dedicamos a ver. Ya no buscamos con los ojos. Fijamos la mirada en un punto del presente o del pasado y las imágenes llegan solas, repetidas, escuchadas. Es la vejez.
04. Sufriendo en silencio. Me pregunto quién coño les habrá dicho a estas mujeres que sufrir en silencio te hace mejor. Cómo meterles en la cabeza que el silencio no engrandece, que eso es mitología griega. El silencio coarta, desquicia, enmudece, enferma.
05. Y entiendo también que su casa somos nosotras, que si sigue ahí aguantando es porque cree que todavía no estamos enteras sin ella y que no se irá hasta dejarnos bien, hasta que su casa esté bien vivida. Ordenada. Hasta que haya paz.
06. El agua de Venecia esconde ya demasiada oscuridad y en el limo de la laguna no hay espacio para más. Venecia se levanta sobre los secretos y errores de los que quisieron venir aquí a olvidar y la ciudad se hunde sobre ellos.
07. Entonces volvió la música. El arco rasgó las cuerdas y la ciudad y se cerró sobre el limo y los años a esperar el regreso del inventor y de su mujer violín. Hasta ahora. Hasta aquí.
08. Y es entonces cuando se me ocurre que este baile tan bien acompasado, este laberinto de gestos naturalmente hilados, todo este lenguaje fácil, reconocible, automático..., todo esto es lo que nos hace familia, historia común, comunidad.
09. A veces, cuando pienso que algún día faltará, no sé imaginar la vida sin ella. Es como si la vida fuera ella, como si mamá fuera en sí misma la definición de la vida.
10. Hay vida en la isla y también en este corazón. Quizá sean distintas, pero son las mías y tendré que saber vivirlas el tiempo que me quede. El que aún nos queda.
11. La locura y tú sois hermosas y, a estas alturas de mi vida, lo hermoso es vivir. Vivirlo. Yo no tengo nada que perder, ni siquiera tiempo, porque no sé cuánto me queda aquí.
12. Desde el jardín delantero llega el olor del jazmín y de la madreselva, columpiándonos en flor y en blanco. Desde más allá, el olor a sal y a pino joven. A mar abierto.