Frases de La voz dormida

La voz dormida

20 frases de La voz dormida de Dulce Chacón... Un grupo de mujeres encarceladas en la prisión de Ventas (España), enarbola la bandera de la dignidad y el coraje para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Dulce Chacón son: guerra civil española, cárcel, condición de la mujer, resistencia, franquismo, exilio, aislamiento, tortura, humillación, muerte, coraje ante la adversidad, derechos humanos.

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Frases de La voz dormida Dulce Chacón

01. La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia...


02. Los malos momentos vienen solos, pero los buenos hay que buscarlos.


03. Los juicios rápidos son peligrosos, acaban siempre en condenas largas.


04. La soledad se descubre a menudo en la necesidad de un abrazo.


05. Hay mentirijillas que son una verdad más honda que las propias verdades.


06. Vivirás para contarlo, le dijeron, ignorando que sería al contrario. Lo contaría, para sobrevivir.


07. Las cosas amargas hay que pasarlas deprisa, y que pierdan sabor si les pones el azúcar de una canción.


08. Ambos indagan en los ojos del otro esperando una respuesta sin formular ninguna pregunta. Ambos buscan una mirada cómplice que ahuyente el miedo a preguntar. Y el miedo a saber.


09. Y continuará escuchando a sus compañeras en silencio, sintiendo que una araña negra y peluda teje sobre ella su tela pegajosa, y temiendo que su sobrina esté en casa rascándose una mordedura.


10. Las ciudades tienen su propia historia. Pero tienen también su historia ajena, pequeña y personal, una y múltiple, la historia que escriben los que la llevan en un rincón de la memoria.


11. Quizá el tiempo se mida en palabras. En las palabras que se dicen. Y en las que no se dicen. (...) Es necesario aprender a vivir en la espera. (...) Y es necesario aprender a vivir en silencio.


12. La desesperación es una forma de negar la verdad, cuando asumirla supone aceptar un dolor insoportable. Y el cuerpo se niega, se rebela. El sentimiento ruge. (...) La desesperación se rebela contra la posibilidad de un consuelo.


13. Desde que regresó de ver las fotografías, le asalta el llanto de repente, sin que ella sepa que va a suceder. Todos los días llora varias veces. Se le caen las lágrimas en cualquier momento, en cualquier lugar, aunque no esté pensando en tristezas.


14. Sin prisa camina mirando a los novios que han madrugado para abrazarse, los enamorados que se citan en el andén simulando ser viajeros que se despiden, para evitar la multa por escándalo público a la que se exponen si se abrazan en plena calle.


15. Palabras que engañan la ausencia pero señalan la distancia. No, no le resulta fácil saber que la vida transcurre fuera de la prisión, y que él es tan sólo un testigo inmóvil que asiste a los acontecimientos a través de los otros, desde lejos.


16. -No hemos perdido la dignidad. -No, sólo hemos perdido la guerra, ¿Verdad? Eso es lo que creéis todas, que hemos perdido la guerra. -No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan fácil. Locuras, las precisas, ni una más. Resistir es vencer.


17. El miedo de Elvira. El miedo de Hortensia. El miedo de las mujeres que compartían la costumbre de hablar en voz baja. El miedo en sus voces. Y el miedo en sus ojos huidizos, para no ver la sangre. Para no ver el miedo, huidizo también, en los ojos de sus familiares.


18. Libertad, qué extrañas son las palabras que se resisten a ser pronunciadas sin que el rubor nos alcance. Y qué extraño es llamar libertad a una carrera en la noche, al cielo raso, al monte bajo, al frío y al calor, a un pañuelo en la boca, a un fusil en la mano.


19. Treinta y nueve días pasó en Gobernación. Treinta y nueve días y muchas palizas y muchas horas de rodillas pasó en Gobernación. Pero Hortensia no quiere pensar en eso. Se sienta en el retrete, se toca las rodillas y piensa en Felipe. Recuerda el primer beso. Fue en Córdoba. Se acuerda de Córdoba y de la boca de Felipe buscando la suya, y se toca las rodillas.


20. Ella se niega a aceptar que los tres años de guerra comienzan a formar parte de la Historia. No. Sus muertos no forman parte de la Historia. Ni ella ha sido condenada a muerte, ni le ha sido conmutada la pena, para la Historia. Ella no va a dar treinta años de su vida para la Historia. Ni un solo día, ni un solo muerto para la Historia. La guerra no ha acabado. Pero acabará, y pronto. Y ella no habrá cosido ni una sola puntada para redimir pena colaborando con los que ya quieren escribir la Historia. Ni una sola puntada.

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