Frases de La vida en sordina

La vida en sordina

13 frases de La vida en sordina (Deaf sentece) de David Lodge... La aburrida rutina del profesor jubilado y con problemas para escuchare se ve alterada cuando se enreda con una joven cuya conducta caprichosa amenaza con desestabilizar su vida.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de David Lodge son: jubilación, ficción universitaria, relaciones personales, vejez, conciencia de la muerte, sexualidad, problemas de audición.

Frases de David Lodge Libros de David Lodge

Frases de La vida en sordina David Lodge

01. La sordera es cómica, así como la ceguera es trágica.


02. La sordera es una especie de muerte previa, una larguísima introducción al largo silencio en el que al final nos sumiremos todos.


03. El diagnóstico de sordera arrojó una tenue sombra sobre su felicidad, pero el mutuo goce del sexo no se vio afectado, pues casi todos los sonidos que lo acompañaban eran no verbales y de una longitud de onda de baja frecuencia.


04. Por supuesto, se puede argumentar que la ceguera es una desgracia peor que la sordera. Reconozco que si tuviera que elegir entre ambas, optaría por la sordera. Pero no sólo difieren en grados de privación sensorial. Cultural, simbólicamente, son antitéticas. Lo trágico versus lo cómico. Lo poético versus lo prosaico. Lo sublime versus lo ridículo.


05. Por ejemplo, Edipo: supongamos que en vez de haberle arrancado los ojos le hubieran reventado los tímpanos. En realidad habría sido más lógico, puesto que fue por medio de los oídos como conoció la atroz verdad de su pasado, pero no habría tenido el mismo efecto catártico. Podría inspirar compasión, quizás, pero no terror.


06. La experiencia auditiva se compone de silencio, sonidos y ruido. El silencio es neutro, el estado de espera. Los sonidos son significativos, transmiten información o dan placer estético. El ruido no tiene sentido y es feo. Estar sordo convierte tantos sonidos en ruido que prefieres el silencio.


07. El sexo se había convertido en una expectativa inquietante en vez de placentera, y no contribuía a su serenidad la invasión cotidiana de su ordenador por spams que anunciaban Viagra, Cialis y plantas medicinales de charlatanes que prometían fortalecer la virilidad.


08. ¿Ha puesto alguien un punto y coma en una nota de suicida?


09. ¿Qué? -dijo. Estoy seguro de que me oyó perfectamente, pero como la mayoría de los sordos tiene la costumbre de decir "¿Qué? " automáticamente, a cada intento de entablar conversación; me percato de que a veces lo hago yo también.


10. Pero, en definitiva, los padres jóvenes e instruidos de clase media en la actualidad son muy nerviosos, disponen de tanta información de los medios de comunicación sobre todas las anomalías que podría padecer su hijo -autismo, dislexia, trastorno de atención deficitaria, alergias, obesidad, etc. - que viven en un estado de pánico constante, observando a su prole como halcones en busca de señales de aviso.


11. La única ventaja de ser sordo es que, por así decirlo, estás naturalmente aislado de un montón de ruido ambiental irritante o desagradable (que se vuelve aún más molesto amplificado por un audífono), y puedes sacar partido de esta circunstancia.


12. Para mí es un honor suficiente pertenecer al universo: a un universo tan grandioso y a un plan tan magno de las cosas. Ni siquiera Dios puede privarme de este honor, pues nada puede modificar el hecho de que he vivido; he sido yo, aunque por tan breve espacio de tiempo. Y cuando haya muerto, la materia que compone mi cuerpo será indestructible y eterna, y le ocurra lo que le ocurra a mi "alma", mi polvo seguirá existiendo siempre y cada átomo de mí desempeñando su función individual, participaré de algún modo en el mundo. Cuando esté muerto, podréis hervirme, quemarme, ahogarme, dispersarme, pero no podréis destruirme: mis pequeños átomos no harán sino reírse de tan severa venganza. La muerte sólo puede matarnos.


13. Envidio su fe a las personas religiosas y al mismo tiempo me disgusta. Las encuestas han demostrado que tienen muchas más posibilidades de ser felices que las personas cuyo credo es totalmente laico; y se entiende por qué. La vida de todo el mundo contiene tristezas, sufrimientos y decepciones, y es mucho más fácil aceptarlos si crees que hay otra vida donde se corregirán las imperfecciones e injusticias de ésta; también vuelve menos triste la perspectiva de morir. Por eso envidio a los creyentes. Su fe, desde luego, no tiene una base firme, pero no puedes afirmarlo sin parecer grosero, agresivo e irrespetuoso: sin que, de hecho, parezca que atacas su derecho a la felicidad. Por eso me disgusta la fe religiosa, incluso la de mis seres más próximos y queridos; en realidad, sobre todo la de ellos, puesto que en su caso es más evidente la imposibilidad de hablar de religión objetivamente.

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