13 frases de La ciudad de los libros soñadores (Die Stadt der Traumenden Bucher) de Walter Moers... Libro de Walter Moers.
Frases de La ciudad de los libros soñadores Walter Moers
01. De las estrellas venimos, hacia las estrellas vamos. La vida no es más que un viaje a lo desconocido.
02. - ¿Coméis libros? - No. Sí. De algún modo sí. Pero no realmente. Cómo podría decirlo...-Golgo luchaba por encontrar las palabras. - No comemos realmente libros -le ayudó Gofid-. No en el sentido de que devoremos papel como gusanos. Lo que ocurre es que nos saciamos con la lectura. - ¿Cómo dices? - Nos resulta un poco penoso -dijo Golgo- que algo intelectualmente tan elevado como leer vaya acompañado en nosotros de algo tan profano como la digestión. Pero así son las cosas. ¡Nos alimentamos de la lectura!
03. Si una de tus frases te recuerda la trompa de un elefante que trata de recoger del suelo un cacahuete, piénsala mejor.
04. Robar a un escritor es un robo, robar a muchos una investigación.
05. Otra cosa más, chico, que tienes que recordar: lo que importa no es cómo empieza una historia. Ni cómo termina...- ¿Entonces qué? -Lo que pasa en medio.
06. Leer es un método inteligente de no tener que pensar.
07. Escribir es el intento desesperado de extraer de la soledad algo de dignidad... ¡Y algo de dinero!
08. Los escritores están para escribir y no para vivir. Si quieres vivir, deberías hacerte pirata o cazador de libros. Si quieres escribir, debes escribir. Si no puedes sacarlo de ti mismo, no lo sacarás de ninguna parte.
09. El corazón se me subió a la garganta. Allí vida y literatura parecían ser idénticas, todo giraba en torno a la palabra impresa. Aquélla era mi ciudad. Aquélla era mi nueva patria...
10. No hay libros morales ni inmorales... Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo.
11. El problema es que, para ganar dinero, ¡Mucho dinero! , no necesitamos una literatura grandiosa e impecable. Lo que necesitamos es la mediocridad. Baratillo, chatarra, artículos producidos en serie. Más y cada vez más. Libros cada vez más gruesos y que no digan nada. Lo que cuenta es el papel vendido. Y no las palabras que hay en él.
12. Crearon un elixir con el que se podía perfumar el papel de los libros y que causaba todos los síntomas de miedo descritos, desde la carne de gallina hasta el paro cardíaco.
13. Sin superficie no hay profundidad.
