
11 frases de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (Sekai no owari to Hadoboirudo Wandarando) de Haruki Murakami, libro de 1985.... Dos universos paralelos, en uno las personas pierden sombras y recuerdos en una ciudad amurallada, en el otro un informático y la batalla por el control de la información.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Haruki Murakami son: control de la información, exposición de la vida privada, libertad personal, manipulación de la conciencia, pérdida de recuerdos, sociedad de la información, unicornios, universos paralelos.
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Frases de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas Haruki Murakami
01. Un verdadero genio se nutre de todo lo que existe en el mundo.
02. En este mundo existe un tipo de tristeza que no te permite verter lágrimas.
03. La imaginación es libre como los pájaros, inabarcable como el mar. Nadie puede detenerla.
04. La cocina es un mundo en sí mismo. Ya lo decía William Shakespeare. El mundo es una cocina.
05. Hay mucha gente que sale en la televisión o en las revistas presumiendo, pero ésos son unos fantasmas.
06. En lo más profundo de la conciencia, todos tenemos una especie de núcleo, inaccesible para nosotros mismos. En mi caso, es una ciudad.
07. Pero si no tienes amor, es como si el mundo no existiera. (...) Sin amor, la vida es como el viento que pasa por el otro lado de la ventana.
08. Y ahora lo único que me quedaba era un corazón inseguro e incoherente. Que iba cerrándose más y más debido al frío del invierno...
09. La biblioteca es un lugar muy tranquilo, ¿Sabes? Está lleno de libros, la gente viene a leerlos, y ya está. La información está abierta a todo el mundo, nadie se pelea.
10. A mí me encanta contemplar los árboles. Me gustaba antes y me sigue gustando ahora. Cuando tengo tiempo, me siento debajo de un árbol y me paso un montón de horas, sin pensar en nada, acariciándole el tronco, mirando las ramas.
11. (...) Los habitantes de la ciudad no pueden vivir fuera. Sólo pueden salir los unicornios. Los unicornios absorben, como si fueran papel secante, los egos de los habitantes de la ciudad y los conducen al otro lado de la muralla. Por eso en la ciudad no hay egos.