Si quieres gozar de una buena reputación preocúpate en ser lo que aparentas ser.
El noventa por ciento de los políticos dan mala reputación al diez por ciento restantes.
No sé si exista Dios, pero sería mejor para su reputación que no.
Muchas cosas tienen reputación, no por su valor, mas por flaqueza nuestra.
La reputación es una vida imaginaria en la vida de los demás; una cosa fuera de nosotros antes de nuestra muerte.
Si me ocupo de mi carácter, mi reputación se ocupará de mí.
En mi pueblo, sin pretensión, tengo mala reputación. Haga lo que haga es igual todo lo consideran mal. Yo no pienso, pues, hacer ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe.
(...) Desde el punto de vista estético, el mejor de los objetos de uso es el artículo simple y no adornado. Pero, como el canon pecuniario que regula la reputación repudia en los artículos apropiados para el consumo individual lo que no sea costoso, hay que buscar la satisfacción de nuestro deseo de cosas bellas por medio de un compromiso. Se eluden los cánones de belleza mediante algún arbitrio que dé pruebas de un gasto derrochador que realce la reputación, a la vez que se hace frente a las demandas de nuestro sentido crítico de lo útil y lo bello o, al menos, a las de algún hábito que ha llegado a ocupar el lugar de ese sentido.
Debemos considerar quiénes somos, y no la reputación en que estamos.
Durante toda la evolución del gasto ostensible, tanto de bienes como de servicios o de vida humana, se da el supuesto obvio de que para que un consumo pueda mejorar de modo eficaz la buena fama del consumidor, tiene que ser de cosas superfluas. Para producir buena reputación, ese consumo tiene que ser derrochador.
Mientras el sistema de status permanece intacto, y mientras la clase ociosa puede emprender otros caminos de actividad no industrial que no sean los de matar el tiempo de un modo derrochador y carente de objeto, no cabe esperar ninguna desviación considerable del esquema general, establecido por la clase ociosa, de lo que es una vida merecedora de buena reputación.
Quien presta servicio a muchos, se coloca en turno para recibir grandes cosas - gran riqueza, grandes ganancias, gran satisfacción, gran reputación y gran alegría. "El tesoro de citas" (1996), Jim Rohn