Para mí fue un suceso afortunado que el mercado de arte decidiera dejarme de lado, así pude trabajar a mi aire durante quince años. Tuve el privilegio de gozar de mi propia intimidad.
¿Hasta cuándo los países latinoamericanos seguiremos aceptando las órdenes del mercado como si fueran una fatalidad del destino? ¿Hasta cuándo seguiremos implorando limosnas, a los codazos, en la cola de los suplicantes? ¿Hasta cuándo seguirá cada país apostando al sálvese quien pueda? ¿Cuándo terminaremos de convencernos de que la indignidad no paga? ¿Por qué no formamos un frente común para defender nuestros precios, si de sobra sabemos que se nos divide para reinar? ¿Por qué no hacemos frente, juntos, a la deuda usurera? ¿Qué poder tendría la soga si no encontrara pescuezo?
(...) Viene de antaño la idea de que quienes adoptan las prácticas del mercado competitivo consiguieron mayor aumento demográfico y desplazaron a otros grupos que siguieron costumbres diferentes.... Sólo los grupos que se comportan conforme a ese orden moral logran sobrevivir y prosperar.
En una cultura en la que prevalece la orientación mercantíl y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
Hay quienes se sienten tan perturbados por algunos de los efectos del mercado, que pasan por alto hasta qué punto resulta increíble y poco menos que maravilloso que este orden haya logrado imponerse en la mayor parte del mundo actual, un mundo que abarca millones de seres que trabajan en ambientes en constante transformación proporcionando medios de subsistencia a otros muchos hombres en gran parte desconocidos, y hallando al mismo tiempo satisfechas sus expectativas de que obtendrán bienes y servicios producidos por otras gentes igualmente desconocidas.
Su empresa nada tiene que hacer en mercados donde no pueda ser la mejor.
(...) Su valor de mercado depende en última instancia de la felicidad que se espera que proporcione.
Frases de Mihály Csíkszentmihályi
El mercado está en manos de los poderosos. Dicen que el mercado es la libertad, pero a mí me gustaría saber qué libertad tiene en el mercado quien va sin un céntimo. Cuando se habla de la libertad hay que preguntarse: ¿La libertad de quién?
Al crear beneficios ilusorios y distorsionar el cálculo económico, la inflación viene a dejar en suspenso la penalización de las empresas ineficientes, como el premio a las que son eficientes, que es obra del mercado libre. Casi todas las empresas prosperarán en apariencia. La atmósfera general de un "mercado para vendedores" se traducirá en declinación en la calidad de los bienes y servicios que los consumidores reciben, ya que es menos frecuente que los consumidores hagan resistencia a los aumentos de precio cuando se producen bajo la forma de disminución en la calidad.
Nuestra conclusión es que un mercado libre como el alabado por los utilitaristas, basado en el reconocimiento de todos los títulos de propiedad actualmente existentes, es nulo y éticamente nihilista.
La consecuencia inmediata de la introducción de unidades monetarias en un mercado es la determinación de valores mercantiles. Estos valores mercantiles son la resultante de la comparación homogeneizadora entre mercancías concretas y unidades monetarias abstractas. Es decir, son valores mixtos (concretos-abstractos).
La literatura romántica suele presentar al individuo como alguien que brega contra el Estado y el mercado. Nada podría estar más lejos de la verdad. El Estado y el mercado son la madre y el padre del individuo, y el individuo únicamente puede sobrevivir gracias a ellos. El mercado nos proporciona trabajo, seguros y una pensión. Si queremos estudiar una profesión, las escuelas del gobierno están ahí para enseñarnos. Si queremos abrir un negocio, el banco nos presta dinero. "Sapiens (de animales a dioses)" (2014), Yuval Harari
"Sapiens (de animales a dioses)" (2014) Frases de "Sapiens (de animales a dioses)" (2014) Frases de Yuval Harari